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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine negro norteamericano puede ser diferente según donde esté enclavada la historia y el punto de vista que se elija para contarla.
No es igual una película ambientada en Chicago que en Nueva Orleans y difiere si se nos da la versión de la policía o de los delincuentes.
'El beso de Judas' (1998) elige los dos menos clásicos: Nueva Orleans y los delincuentes.
Pero no se sale de los esquemas, a pesar de que se trata de la ópera prima de un director que llega sin tener antecedentes cinematográficos y el único punto de contacto que tiene con el género es el de ser un gran admirador y el de practicarlo, puesto que es escritor y ha creado una historia interesante.
Cuatro delincuentes, entre ellos una mujer y su amante, hartos de hacer robos pequeños y estafas sexuales en hoteles, deciden hacer uno a lo grande que les libere para el resto de sus días.
Uno de ellos sabe que el dueño de una compañía de computadoras, todo un genio de la electrónica, tiene dispuesto cuatro millones y medio de dólares para en caso de ser secuestrado poder pagar el rescate.
Lo que no pueden prever los delincuentes es que por medio se meta la amante de éste, una mujer casada con un Senador de los Estados Unidos.
La historia la cuenta la única mujer de la banda que se erige en protagonista del relato, en lugar de serlo los dos policías encargados del caso, que quedan en un segundo plano, y cuya investigación sirve para hacer progresar la acción.
La pareja de policías es bastante atípica.
Cada uno pertenece a un departamento distinto, una es agente del FBI, el otro es de la policía local, apenas si se relacionan profesionalmente, ni se llevan mal como es habitual por la competencia de los distintos departamentos, aunque tienen algunos puntos en común.
El film tiene cosas previsibles, pero utilizadas oportunamente y el espectador, que pronto se mete en el caso, se ve gratamente sorprendido de que no sea el típico producto moderno de efectos especiales y protagonistas inteligentes que lo saben y lo descubren todo, sino una cinta bien hecha.
Para ser una ópera prima no está mal, aunque tal vez le hubiera hecho falta un poco de más vigor en la puesta en escena.
La interpretación está bien, tanto por Emma Thompson y Alan Rickman, actores ingleses no habituales en films de este tipo, como por partes de Carla Gugino principal protagonista.
La historia se arropa con buena música de la tierra, Nueva Orleans.
Premio de la crítica en el Festival de cine policiaco de Cognac.
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