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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine español sigue anclado en la comedia que es lo que mejor le viene funcionando de un tiempo a esta parte en la mayoría de los casos, aunque no siempre, ya que hay que reconocer que algunas han sido francamente flojas.
Hubo una que funcionó bastante bien que se tituló 'Perfectos desconocidos' (2017) dirigida por Álex de la Iglesia, que se basaba en una película italiana, escrita por cinco guionistas, que tenía bastante gracia, sobre el tema de los teléfonos móviles, de la que el año pasado el cine mexicano hizo otro remake.
De nuevo se vuelve a copiar la fórmula y esta vez la comedia italiana elegida es 'Lo dejo cuando quiero' (2014), dirigida por Sydney Sibilia, y se ha repetido un excelente resultado en la taquilla.
Cuenta la historia, que comienza en el año 2007, de tres amigos cuando estudiaban en la Universidad que eran unos empollones, pero en 2017, la realidad es muy diferente a la soñada ya que Pedro, que hacía Química, experimenta con un nuevo preparado vitamínico desde hace años; Arturo le da clases particulares de matemáticas a una adolescente y Eligio, que estudió Filología, aún vive con los padres y tiene que colocarse en una gasolinera de la familia.
Son tres profesores universitarios que debido a la crisis sobreviven como pueden a salto de mata.
Por casualidad hallan un día la solución a sus problemas en la investigación en la que Pedro lleva tanto tiempo trabajando, que para su sorpresa, produce un gran subidón y no tiene efectos secundarios, por lo que es perfectamente legal.
La venta de las pastillas que salen de ello les produce un dinero inmediato que les saca de la crisis, pero verse metidos de lleno en el peligroso mundo de la noche es algo que a estos tres cerebritos les viene un poco grande y más cuando tropiezan con un mafioso que desea quedarse con el negocio cuando mejor va.
El desempleo juvenil, el precario sueldo de los profesores, y el consumo de drogas por los jóvenes lo podemos leer a diario en los periódicos y es de lo que habla esta comedia, con un trasfondo más serio de lo que a priori aparenta.
Según las estadísticas el 23 por ciento de los profesores universitario cobran actualmente menos de 500 euros al mes y no trabajan en lo que han estudiado.
A parte de denuncia la precariedad del sueldo y no da muchas esperanzas añade un mal ejemplo de que estudiando no se gana dinero, que los títulos académicos no sirven para nada al buscar un empleo, que es mejor delinquir y tampoco le da mucha importancia a la cuestión de drogarse.
Que las sustancias tóxicas son una combinación explosiva lo hemos visto en muchos films anteriormente.
Para esta nueva versión han escrito el guion los españoles Cristóbal Garrido y Adolfo Valor, que sobre la base de la italiana han creado situaciones nuevas siendo lo más divertidas y gamberras posibles, intentando retratar una generación cercana que todos conocemos bien, con unos perdedores que no se divirtieron en su momento y tratan de recuperar ahora el tiempo perdido, pero resultan patéticos y ridículos, que se buscan la vida como pueden, porque no han sido capaces de triunfar y conseguir puestos de trabajos sobre las materias que estudiaron.
Drogas, dinero y amor son los ingredientes de esta comedia de Carlos Theron, director habitual del género, que trata de arriesgar haciendo cosas un poco diferentes.
Tiene un reparto interesante con un trío de actores que se ajusta muy bien a sus respectivos papeles y hay también otro femenino compuesto por una empleada de gasolinera que es abogada, la madre de una adolescente, de profesión policía, y la mujer de uno de ellos que trata de obtener el divorcio. Y de propina el personaje de Ernesto Alterio que es de lo mejor de la función.
Con esta premisa, el director Carlos Theron, después del buen resultado comercial obtenido con 'Es por tu bien' (2017), vuelve a apuntar a la taquilla con esta comedia coral que tarda en entrar pero conforme avanza tiene gracia, ritmo y un buen reparto que funciona en líneas generales bastante bien, aunque un par de escenas escatológicas se las podían haber ahorrado.
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