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CRITICA
Por: PACO CASADO
Woody Allen mientras ha tenido problemas para hacer sus películas ha acertado.
Ahora que firma un contrato con la multinacional Dream Works, de Steven Spielberg, y tiene más presupuesto, no le salen tan redondas.
La única condición es que sean comedias, por lo que ha decidido volver a sus inicios, a 'Toma el dinero y corre' (1969), a hacer un guión sencillo y sin complicaciones, ni aspectos filosóficos escondidos, en torno a un ladronzuelo que con unos compinches monta el atraco a un banco por el procedimiento del butrón y le sale mal, pero aún así se hacen millonarios.
Lo mejor del film es la primera media hora, deudora de 'Rufufú' (1958) de Mario Monicelli, hasta que cambia la suerte de los protagonistas.
A partir de ahí la alocada y divertida comedia, llena de ritmo, del comienzo se vuelve una sátira de humor ácido contra los nuevos ricos con mal gusto y semianalfabetos.
La filosofía de la historia está en que no todo lo que se desea es lo que más nos conviene y cuando lo logramos nos damos cuenta de que no es lo más importante.
Y una moraleja que consiste en que cada uno debe conformase con lo que tiene y no aspirar a una posición que no le corresponde, y así seremos felices.
El guion queda bastante desequilibrado.
Allen se apoya en los actores más que otras veces y su dirección no es de las más brillantes, con una espléndida Tracey Ullman, que fue candidata al Globo de oro, que hace una vulgar Frenchy, y Elaine May, que ganó el premio NSFC cmo actriz secundaria en el papel de su prima tonta.
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