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CRITICA
Por: PACO CASADO
La realizadora granadina Chus Gutiérrez comenzó su andadura en el largometraje con la película Sublet (1991) donde contaba de forma autobiográfica su propia experiencia personal.
No tuvo mucho éxito porque entre otras cosas su distribución fue muy deficiente y no se vio en muchas ciudades españolas.
Ahora con su segundo largometraje 'Sexo oral' (1994), ante las dificultades de producción, se propuso hacer la cinta más barata del cine español, con un presupuesto de unos quince millones de pesetas.
Rodó primero en video y después lo pasó a celuloide.
'Sexo oral' (1994) es el resultado de haber montado más de sesenta entrevistas, reuniendo un material de más de 35 horas de duración en el que con un cuestionario previo, se habla con personas adultas que libre y voluntariamente acudieron a ser entrevistadas y dispuestas a confesar sus relaciones afectivas e intimidades sexuales ante la cámara, qué piensan de la pornografía o la relación que hay entre el amor y el sexo.
Desde el primer beso, a la primera experiencia con el sexo, infidelidades, encuentros casuales, hasta sus más íntimas fantasías o perversiones sexuales ocultas, que todos llevamos dentro y que no siempre somos capaces de confesar públicamente de cara a los demás.
De esta manera uno a uno, lo entrevistados van respondiendo a las preguntas sobre su vida sexual y sus fantasías.
El resultado es una especie de documental sobre un tema que interesa y que a la hora del montaje se ha agrupado por temas o respuestas sobre un mismo asunto.
De esta manera se entrecortan las entrevistas, no todas se ponen completas y de algunas sólo una respuesta ya que el resto fue descartado por ser excesivo el metraje o también por falta de interés para el espectador.
Para ir separando los temas se introducen momentos del rodaje, pausas para las comidas o preparación de planos, que quitan así monotonía al material fundamental que son las entrevistas, que la tiene, en cuanto a que todos los planos están tomados desde la misma distancia de tiro de cámara y en un semejante decorado.
El guion queda reducido a un simple cuestionario, y a la dirección le ha faltado imaginación o medios, pero todo ello se ha arreglado con un montaje ágil, (apoyado siempre en la palabra ya que no hay diversidad de imágenes en este caso), divertido en ocasiones, que en ningún momento deja lugar a baches o a tener falta de interés.
Las respuestas no siempre son interesantes, ni para ilustrar ningún cuestionario sociológico, ya que de lo que se trata es de hacer un film, entretenido y para pasarlo bien, con un tema que interesa a todos en este curioso experimento.
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