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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay quien dice que ciertos hechos históricos del pasado dejan huellas, cicatrices, en determinadas personas, algo que permanece en ellas a pesar del paso del tiempo y si esos sucesos son traumáticos pueden cambiar las conductas a pesar del transcurrir de los días.
Cuatro mujeres, Julia amante de Camila, su hermana Andrea y su prima Magdalena, deciden pasar unos días durante un fin de semana en una gran casa de la familia situada en una zona rural, en las afueras de Santiago, en el Chile más profundo para alejarse del ruido de la gran ciudad.
Tras la primera impresión de hallarse en el paraíso para poder relajarse y divertirse, se convierte en una pesadilla ya que esa misma noche son atacadas por Juan y su hijo Mario, que tienen una forma muy particular de divertirse.
Los atacantes llevan encima todo el legado siniestro del período más oscuro de la historia de Chile.
Tras haber sido atormentadas psicológicamente, violadas y maltratadas brutalmente, con violencia y sadismo, una vez dejadas solas y abandonadas, deciden vengarse y enfrentarse a los criminales, pero la lucha conducirá a estas jóvenes hacia una espiral de violencia y depravación, para la que ninguna de ellas está preparada para enfrentarse a tan violentos asesinos y de esos debieron de quedar muchos tras la dictadura chilena de ultra derecha del general Augusto Pinochet en la que las torturas estaban a la orden del día, siendo de lo más retorcidas y horrorosas para hacer hablar a los detenidos.
De ello nos deja una terrible muestra el inicio de esta película cuya historia comienza en 1978, para después pasar a un presente que se desarrolla en 2011.
La historia comienza con un flash back de esa clase de tortura aludida antes, que se desarrollaba en aquellos días de 1978 para después pasar a 2011 con una escena erótica de sexo lésbico y tras ello emprender el camino las cuatro chicas y todo el calvario que viene después a lo largo del resto de la trama en la que nunca habíamos visto en un film tanto horror a la hora de ejecutar los crímenes mostrando tan explícitamente la casquería derivada de dichas actuaciones.
Aunque se trata de una cinta de terror, en el fondo subyace una crítica al pinochetismo, al machismo, la homofobia mezclada con las escenas gore, lo que no le libra de caer en ciertos tópicos y convencionalismos propios de este género en el que como era de esperar los protagonistas van cayendo uno tras otro con el suspense de saber quien quedará el último, si es que hay supervivientes de esta horrorosa tragedia, en la que no hay necesidad de ser tan explícito, ya que algunas son previsibles, bastante macabras y en otras secuencias se incluyen escenas que se podían suprimir.
No es de extrañar que viendo esta clase de películas ocurran en algunos sucesos que parecen copiados de ellas siendo así que a veces la realidad copia a esa ficción que da tan mal ejemplo.
Este es el nuevo largometraje que dirige el chileno Lucio A. Rojas, cuya filmografía no está muy determinada, tras debutar con 'Sendero' (2015), en donde ya se encontraba esa violencia explícita, como en todas las suyas realizadas con un bajo presupuesto, con el que al parecer quiere llamar la atención por el excesivo realismo gracias a los efectos especiales, muy logrados que todo hay que decirlo, exagerando la violencia por lo que ha sido una obra bastante controvertida por algunas escenas realmente insoportables.
Como ocurre en las producciones chilenas el sonido no es bueno, lo que se incrementa por la deficiente vocalización de los actores y el acento propio del idioma.
Finalmente una advertencia: no es para estómagos sensibles.
Premio a la mejor fotografía en el Horrorant Film Festival.
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