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CRITICA
Por: PACO CASADO
Uno de los directores italianos que mejor tienen ganado su prestigio y que más desconocido resulta en nuestro país, es sin duda Nanni Moretti, que tiene ya siete películas en su filmografía y tan sólo conocemos en España, hasta ahora, 'La misa ha terminado' (1985).
Ahora nos llega su 'Caro diario' (1994), tras haber conseguido el premio al mejor director en el pasado Festival de Cine de Cannes. Nanni Moretti se dirige a si mismo en esta humorística visión de la vida y divide su obra en tres partes, En vespa, Islas y Médicos, aunque no son más que capítulos de un mismo film en el que con su sentido del humor personalísimo, con un sarcasmo crítico y suave va haciendo uso de sus vivencias.
En el primero se da un largo paseo en vespa por los barrios de una desértica Roma, en pleno verano, mientras canta con un grupo de salsa, confiesa que le gustan los áticos, que ama a Jennifer Beals desde que vio 'Flashdance' (1983), a quien encuentra por la calle, o detesta el cine de terror y los críticos de cine que son absurdos y retorcidos.
En el segundo capítulo, Islas, visita a un amigo que lleva once años estudiando el Ulises, de Joyce.
Ha empezado a escribir una nueva cinta pero no encuentra paz y tranquilidad para acabar su trabajo y va de isla en isla.
En una de ellas ve cómo los niños tienen incomunicado el pueblo a base de coger el teléfono, de otra han de salir huyendo porque su amigo no aguanta que no haya televisión.
Finalmente en el tercero, Médicos, episodio que fue la inspiración de esta película, nos cuenta que comenzó a sentir grandes picores debido a una erupción cutánea y tras visitar gran número de dermatólogos le diagnosticaron un cáncer linfático que estuvo a punto de acabar con su vida.
Nanni Moretti desarrolla su original guion con elegancia, con sencillez formal, con humor y mordacidad de lo que no se escapan los médicos, los teleadictos y otros muchos aspectos de la sociedad italiana actual.
Es lo que se llama un autor cinematográfico por antonomasia, ya que escribe el guion, lo dirige y lo interpreta, convirtiéndose aquí en protagonista exclusivo de la historia.
Una especie de Woody Allen a la italiana que expone con cierta timidez, como el director de Manhattan, sus obsesiones más íntimas en este film casi sin guion, entre el documento cinematográfico y el film de ficción.
Su cine es fresco, espontáneo, sin florituras de cámara, va directo a lo que quiere decir y lo dice sin ambages, sin rodeos, criticando el lugar y la época que le ha tocado vivir.
Una vez más, estamos ante una producción de escaso presupuesto, pero rica en ingenio.
La imaginación al poder.
No se la pierda.
Premio mejor al mejor director en el Festival de Cannes. David de Donatello a la mejor cinta y a la música. Premio Fipresci del cine europeo. Golden Ciak a la mejor película, director, guion y sonido. Globo de oro italiano al mejor film. Nastro d'argento a la mejor cinta. Premio San Jordi a la mejor película extranjera.
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