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CRITICA
Por: PACO CASADO
El espíritu ancestral de Nimue, la Reina de sangre, ha vuelto para llenar el mundo con su sed de venganza, pero Hellboy, el gran demonio de piel roja, cola y cuernos recortados, se enfrentará a sus propios fantasmas para intentar detenerla.
Basada en los comics de este personaje, creado en 1994 por Mike Mignola, ya hubo dos entregas anteriores hace una década, dirigidas por Guillermo del Toro en los años 2004 y 2008 que eran muy superiores a ésta innecesaria nueva aventura, que no remake.
Ahora nos llega esta tercera que no es menos violenta que las dos anteriores, aunque con un minuto de censura en el que se han eliminado algunas imágenes gore.
A pesar de ello el estreno en Estados Unidos ha sido bastante flojo y en nuestro país tampoco ha ido lo bien que se esperaba.
La trama cuenta que la sociedad secreta del Club Osiris contrata a Hellboy para luchar contra unos gigantes que siembran el terror en Inglaterra y además Nimue ha vuelto de entre los muertos y como todo villano que se precie quiere acabar con el planeta.
La película tiene una especie de prólogo en blanco y negro donde se nos pone al corriente que en su momento el Rey Arturo se enfrentó a la Reina de sangre, la venció, le cortó la cabeza, la descuartizó y mandó enterrar cada trozo de su cuerpo en un lugar distinto para que no se pudieran unir.
Aún así sus fieles demonios seguidores lo han conseguido y ahora ha vuelto para vengarse.
Esto no es más que el principio de esta historia.
De la serie de comics de Mignola, publicados a lo largo de veinte años, era difícil decidirse por uno y los productores por fin eligieron el de 'La cacería salvaje'.
No obstante bebe de otros relatos ya que tras los primeros minutos con lo del Rey Arturo se pasa a uno de los episodios del comienzo en Tijuana con un combate de lucha libre para después desplazarse a Inglaterra donde es traicionado por los que le pidieron sus servicios que le atraviesan su cuerpo sin que lograran matarlo, después enfrentarse a los nazis hasta llegar a nuestros días.
Esto no es más que el principio de este largo film en el que el demonio colorado se ve luchando con múltiples enemigos, con monstruos sin fin que surgen como las flores en primavera, en compañía de Alice Monaghan y del veterano Ben Daimio contra la Reina de sangre y todas sus huestes en un enfrentamiento interminable.
Como suele ocurrir últimamente muchas de las luchas, peleas y batallas suceden, no se sabe por qué, de noche con lo que la fotografía apenas deja ver nada de lo que realmente ocurre.
En esta ocasión se cambia el actor que hace de Hellboy encargado a David Harbour, para sustituir a Ron Perlman, pero da lo mismo quien lo interprete, ya que va cargado de maquillaje y traje de demonio, para lo que tiene que hacer...
Otro cambio es el de Ian McShane por el fallecido John Hurt en el papel del padre adoptivo de Hellboy.
La presencia de Mila Jovovich alegra un poco la vista entre tanta violencia y escenas terroríficas.
El resultado es un espectáculo de brujería que mezcla acción violenta, con Rasputín, con el cine de terror y el descubrimiento de los orígenes del protagonista.
No recordamos habernos encontrado con un guion, debido al novato Andrew Cosby, más caótico, en el que mezcla la Edad Media, los nazis, la brujería, los demonios, los monstruos y la actualidad, todo eso lleno de efectos especiales sin fin y para colmo hay un epílogo tras los créditos finales donde se deja abierta la posibilidad de una nueva entrega.
Líbranos señor de esta maldición. Amén.
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