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CRITICA.
Por: PACO CASADO
En la filmografía de Narciso Ibáñez Serrador sólo figuran dos películas, La residencia (1969) y Quién puede matar a un niño? (1976) que sorprendentemente ahora se repone.
Es un director que gusta del perfeccionismo pero al mismo tiempo tan sólo toca un tema tan truculento como el suspense y el terror en donde siempre le falla algo para que no resulte perfecto.
La idea en este caso es buena, aunque parte del libro El juego, de Juan José Plans, uno de los grandes escritores españoles de literatura de terror, al que Ibáñez Serrador bajo el seudónimo de Luis Peñafiel, le añade en el guion un preámbulo de unos siete minutos en el que se hace un recorrido documental por las guerras más importantes ocurridas en el mundo hasta ese momento, con datos y cifras de los niños muertos, lo que origina que éstos ataquen a los mayores, tomando así más fuerza y consistencia la postura de represalia que éstos toman en el film contra los adultos.
A una isla mediterránea llega un matrimonio de turistas extranjeros para pasar unas vacaciones, encontrándose el pueblo vacío.
Los niños han exterminados a los adultos y campan a sus anchas amenazando de muerte a cuantos llegan al lugar, ya que ellos quitan la vida a diario a tantos niños inocentes en el mundo.
El suspense está conseguido en ocasiones mientras en otras se estira demasiado y hace que las situaciones sean bastante convencionales e increíbles.
No obstante mantiene el interés a pesar de ello por saber en qué terminará todo.
Inquietante la música de Waldo de los Ríos y muy envejecida la fotografía de José Luis Alcaine, a la que le da una luminosidad algo siniestra.
Bien elegida la pareja protagonista, Lewis Fiander y Prunella Ransome, y resulta interesante que se conserven los diálogos en inglés con subtítulos en español.
Cine hecho con dignidad que hoy resulta ya superado.
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