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CRITICA.
Por: PACO CASADO
El 22 de abril de 1889, nació el estado de Oklahoma.
Colonos de toda la Unión acudieron a un territorio de dos millones de acres, dividido en parcelas que Washington regalaba al que llegara primero.
Aquella carrera desesperada ha pasado a la historia.
Uno de los aventureros que acudieron a la cita, hoy tiene una estatua al gran hombre americano.
Aquel hombre se llamó Yancey Cravat, más conocido como Cimarrón.
Fue el gran pionero, conductor de manadas, jugador de ventaja, pistolero, sheriff, abogado...
Estuvo e numerosas guerras: en la de Cuba y en la de 1914. Es el gran héroe americano.
Yancey Cravet acaba de casarse con Sabra, una mujer inmigrante y juntos compran unas tierras en Oklahoma, y Yancey decide montar un periódico.
Aunque no es demasiado bueno con los negocios, Sabra sí lo es, y cuando ella asume mayores responsabilidades en el diario, éste crece hasta convertirse en un periódico rentable e influyente.
Al cabo de cierto tiempo, Yancey se ha convertido en una figura conocida, y se le sugiere que se presente a Gobernador.
Sin embargo, Yancey se siente incapaz de apoyar una ley que supondría robarle más tierras a los indios.
Historia de los pioneros americanos y de la conquista y asentamiento en los nuevos territorios del Oeste.
El guion está inspirado en el best seller escrito por Edna Ferber, cuyo relato épico está dirigido por Anthony Mann, uno de los clásicos realizadores del cine del Oeste, del que figuran títulos como Horizontes lejanos, Tierras lejanas, que se prolonga durante un largo período de la historia de Norteamérica.
Posee una de las características fundamentales del cine de Anthony Mann: los exteriores más brillantes del cine norteamericano.
Glenn Ford interpreta al héroe y pionero americano, al que da réplica las dos mujeres que se cruzan con él en esta odisea: Anne Baxter y María Schell.
Se trata de la segunda adaptación al cine de la novela de Edna Ferber, la primera fue en 1931, dirigida por Wesley Ruggles, con Richard Dix, Irene Dunne y Estelle Taylor, que ofrecía un retrato estereotipado de los personajes de color.
La epopeya del Oeste tiene una cita obligada con este título, que posee uno de los mejores trabajos de Glenn Ford en una de las más bellas piezas del western, aunque no sea una de las obras más acabadas de Anthony Mann, que fue todo un maestro en el género. Esto hace que tenga interés ver esta película que narra la vida de los primeros pobladores de las tierras vírgenes de América del Norte y la adjudicación de las mismas por medio de las espectaculares carreras de carros, los problemas surgidos de una complicada convivencia, entre la avaricia, la injusticia y los prejuicios, en definitiva, la construcción de los cimientos de lo que hoy es la nación norteamericana.
Todo se cuenta a través de las vicisitudes de una familia que va en busca de lo imprevisto.
Es el remake del primer western que ganó tres Oscar, llevado a cabo con ambición por Anthony Mann, lo que le perdió en cierto modo, dado su excesivo metraje.
Anthony Mann reforzó los elementos del western dejando al margen algunos pasajes de la novela de tintes melodramáticos.
Con la anécdota de la primera hora se podría haber hecho sin necesidad de alargar la historia.
Fue nominada al Oscar los decorados y el sonido.
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