. |
|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Es la ópera prima como director del actor Jonah Hill, y lo hace con un tema que conoce porque lo vivió en su momento, en la que elude los tópicos en esta historia de ficción, que fue aclamada por el público y la crítica en el pasado Festival de Toronto.
La película nos describe el ambiente de un grupo de jóvenes, en un barrio obrero de Los Angeles, al que se une un chaval de 13 años, llamado Stevie, un chico que empieza a vivir sus primeras experiencias, que ante su problemático y agresivo hermano Ian y Dabney, su promíscua madre soltera, un tanto ausente y algo exigente cuando está, con una familia disfuncional, busca consuelo en un grupo de jóvenes aficionados a practicar el skater.
Un día los ve delante del Palacio de Justicia, donde está prohibido, ensayando con el monopatín y poco después los conoce en una tienda, con quienes llega a entablar una gran amistad, a pesar de la diferencia de edad que hay con los demás del grupo, con los que lleva a cabo experiencias no muy edificantes.
Tiene una existencia anodina, siempre peleándose con su hermano mayor, y debido a ese deporte descubre otro tipo de vida.
La historia se desarrolla durante la década de los 90, como se apunta en el título, que estuvo marcada por las zapatillas Air Jordan, que estaban de moda, las camisetas anchas y las canciones de la banda grunge de Nirvana.
Una cinta sincera, que respira autenticidad, considerada por algunos sectores de la crítica como una de las diez mejores del cine independiente del año, algo en lo que no coincidimos personalmente, o tal vez es debido a que nunca conocimos ese ambiente y no acabamos de entrar, calificada por la prensa como una obra llena de melancolía y autenticidad.
Hubo un tiempo en que los cassetes, los CDs, las videocámaras, eran signos de modernidad cuando las tribus urbanas de los skaters surcaban las calles con sus monopatines y eso ocurría en los 90, década en la que el actor Jonah Hill, ahora director también, sitúa esta historia iniciática protagonizada por un adolescente que nos devuelve a ese perturbador lugar de las primeras veces, el primer cigarrillo, el primer beso, el primer poster en la pared, la primera pandilla de amigos con la que se aprende lo códigos del honor, el respeto y la competición, se tiene el primer contacto con las drogas, el sexo y el alcohol.
Un día Ray, el líder del grupo, le hace ver la triste realidad de los demás componentes de la pandilla, uno aficionado a la bebida, otro que no tiene un hogar, un tercero que es pobre, y le aconseja que no se lamente de lo que tiene.
Para Jonah Hill la historia de Stevie no es autobiográfica, pero sí es un reflejo de cómo todos cambiamos nuestros comportamientos para ser aceptados por la sociedad y hacernos un hueco en ella.
Es un retrato sobre la amistad, la soledad, las experiencias de la vida y sobre todo la familia, aunque ésta quede algo distante.
El problema de este film es que lo que muestra el guion no siempre es interesante para el público en general.
Así es el mensaje que subyase en este relato de amistad de búsqueda de la identidad y de pérdida de la inocencia.
Una película autentica, con naturalidad en las interpretaciones y una interesante banda sonora, en la que el joven Sunny Suljic lleva todo el peso sobre su espalda, mientras que Jonah Hill no se complica en la puesta en imagen, rodada en 16 mm., con un presupuesto de cine indie y sin muchas pretensiones.
Un trocito de verdad que por momentos parece casi un documental que trae un poco de nostalgia para los que vivieron aquella época.
Un film de corte juvenil y una opera prima simplemente digna.
Consiguió el Premio de la National Board of Review.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE