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CRITICA
Por: PACO CASADO
Nacida como serial radiofónico en 1930, las aventuras de 'La sombra' pronto se hicieron populares a través de las ondas y pasaron a convertirse en tebeos y novelas baratas de bolsillo. No tuvieron tanta suerte las adaptaciones que se hicieron desde entonces hasta aquí a la pequeña pantalla o al cine y tampoco es que hayan mejorado mucho con la edición presente.
El film narra las aventuras de Ying Ko, señor del opio, un malvado que para redimirse ha de hacer frente al mal convertido en el playboy millonario Lamont Cranston y en sus ratos libres en La Sombra, un misterioso personaje que posee la facultad de hacerse invisible y nublar la mente de los hombres.
En esta aventura le ayuda en esa tarea Margo Lane.
Al final del relato tendrá que enfrentarse al despiadado Shiwan Khan, un descendiente directo del terrible Genghis Khan y su secuaz Claymore, que planean hacerse con el control de una poderosa y mortífera arma para dominar el mundo con sus poderes mágicos, que acaba de llegar en un sarcófago a la mismísima ciudad de los rascacielos.
Se trata de la adaptación de una popular serie de novelas escrita por Walter G. Gibson, más conocido como Maxwell Grant, que en su versión de comic cautivaron a los lectores norteamericanos en los años 30.
La acción se sitúa en un sofisticado Nueva York en los depresivos años treinta, por lo que a veces la utilización de decorados le da más aspecto de comic, si cabe.
El hecho de estar basado en un tebeo no le exime de su calidad, que es como aparenta habérselo tomado su director, Russell Mulcahy, que cree que como de eso se trata, todo vale, que es el encargado de llevar a la pantalla en esta ocasión a este misterioso personaje.
Para ello se ha querido escudar en algunos instantes en un cierto sentido del humor sobre todo, y especialmente, en la utilización de los efectos especiales, que es lo único que nos saca de la monotonía que acumula el guion, imperdonable en una cinta de aventuras en la que su objetivo principal es entretener, lo que logra tan sólo por momentos.
Otro de los motivos por los que la película no acabe de funcionar es que nadie se cree al guaperas de Alec Baldwin convertido en La Sombra.
Su poca personalidad como actor y recursos interpretativos, contagian hasta una actriz tan dúctil como ha demostrado ser en otras ocasiones Penelope Anne Miller.
Lo mejor es la ambientación en los años treinta y algunos efectos especiales bastante logrados, con una espectacular banda sonora de Jerry Goldsmith.
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