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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una interesante propuesta de una historia de amor imposible del señor enamorado de su sirvienta, tal vez por aquello que del roce nace el cariño.
Ratna es una humilde joven de pueblo, viuda, que comienza como criada en Bombay para un chico de una familia de un adinerado arquitecto, cuyo sueño es hacerse modista y trabajar como diseñadora de moda.
El hijo, Ashwin, tampoco ha tenido suerte ya que su compromiso se rompió unos días antes de la boda porque su prometida le ha sido infiel y eso en la India no se puede permitir, lo que le ha dejado triste y sin ganas de disfrutar de la vida.
Poco a poco estos dos jóvenes se irán dando cuenta de todo lo que comparten y tienen en común, pero encontrarán obstáculos insalvables, ya que ni el amor puede romper los prejuicios de una sociedad tan contradictoria como la india.
Ambos jóvenes se cuentan sus problemas y su confianza mutua va creciendo, siempre con respeto, a pesar de vivir solos en el piso, entre los que las miradas dicen más que el contacto físico.
Es una película social sobre la diferencia de clases en la India donde están muy marcadas y plantea la relaciones entre ambos como algo casi imposible de aceptar en su entorno, ya que no se puede permitir una historia de amor entre una criada y un señor que pertenecen a clases sociales diferentes.
Algunos miembros de la familia la tratan de manera insultante y ella, que es tímida, se siente cada vez más avergonzada, pero el chico es el único que la defiende y la respeta.
Ella está obsesionada con que Choti, su hermana, tenga una suerte mejor que la suya y trabaja para pagarle los estudios, al tiempo que perfecciona sus conocimientos de costura para un día poder vivir de ello y trabajar como diseñadora de moda.
Es un film indio, pero nada tiene que ver con la producciones de Bollywood, que habla de la diferencia de clases que la directora tuvo ocasión de vivir en su propio país, con una historia de amor tan sencilla como emotiva, que nos invita a perseguir y cumplir nuestros sueños y aspiraciones, que en este caso es la de casarse con quien se ama y dedicarse a lo que les haga felices.
Dos conceptos que en principio son normales en nuestros países, pero que continúan siendo algo pendiente para la comunidad india y sobre todo para las mujeres, como nos cuenta esta directora que creció allí pero que tuvo la suerte de poder estudiar y graduarse en los Estados Unidos y vivir también un tiempo en París, donde ha tenido ocasión de ver estas contradicciones, desde el distanciamiento, de esa mezcla que existe en la India de tradición y modernidad que trata en Señor su primer largometraje de ficción.
A pesar de ello sigue siendo una sociedad muy patriarcal con enormes diferencias económicas, culturales y de clases.
El anterior trabajo de esta directora era un documental en el que también hablaba del amor, pero en esta ocasión abre más la perspectiva tratando de la diferencia de clases, la emancipación femenina, la sexualidad o la libertad de elección, cuestiones a las que ella ha tenido ocasión de acceder gracias a la educación liberal que recibió de sus padres, pero que no es algo habitual en la India.
Esta romántica historia sobre el sistema de castas es aún muy real, lo que suele ser una auténtica barrera para el amor, se la inspiró la relación que tenía con su niñera y la segregación sobre los que vivían en la misma casa, un obstáculo que separa a las personas y que sigue siendo un problema allí, ya que las cosas no han cambiado tanto, que nos informa cómo viven las personas actualmente en la India.
En lo cinematográfico Rohena Gera se aleja bastante de cómo se rueda en la cinematografía india, ya que en este caso poco aparece la música para rellenar los momentos de silencio, que son abundantes por otra parte, ya que apenas hay diálogos o son breves, únicamente hay bailes en una fiesta y en una celebración, no coreografiados, y suelen abundar los planos a cámara fija, pero pone sensibilidad, delicadeza y elegancia en su realización.
Una cinta sencilla que respira verdad por todos sus poros y tiene en cuenta el valor de las cosas pequeñas.
Mejor película en el Festival Braunschweig. Premio del público en el Festival Cabourg Romantic. Premio a la distribución en el Festival de Cannes. Premio del público en el Festival Maill Valley. Premio del público en el World Cinema de Amsterdam.
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