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CRITICA
Por: PACO CASADO
Paradise Hills es el nombre de un lujoso internado, situado en una isla, donde las familias acomodadas mandan a sus hija para que sean entrenadas y educadas, limado su comportamiento para ser unas mujeres sumisas y esposas perfectas.
La Duquesa es quien dirige el centro.
Uma, una joven extrovertida, es enviada allí, donde se despierta de pronto una mañana sin saber cómo llegó a ese elitista lugar, donde reciben lecciones de protocolo, gimnasia, tratamientos de belleza y dietas para corregir las deficiencias física y emocionales en una terapia que dura sólo dos meses.
Allí, recluida contra su voluntad, hace amistad con Chloe, que va a adelgazar su figura, con Yu una chica oriental poco comunicativa y con Amarna, una cantante famosa adicta al alcohol.
Uma se ha resistido a casarse con el hombre que quiere su familia mientras que ella ama a Markus, el amor de su infancia, y ese es el motivo de su ingreso en esa especie de reformatorio, de jaula dorada, de paraíso en la tierra.
Pero terminará descubriendo que en la residencia se oculta un oscuro y turbio secreto, porque allí lo que se hace es anular la identidad de la persona, de quienes se niegan a renunciar a ser ellas mismas, con sus defectos y sus virtudes, frente a la represión y la falta de libertad, desafiando las convenciones sociales y familiares.
E n el guion de Brian DeLeeuw y el español Nacho Vigalondo, basado en una idea original de la directora, tiene una estructura irregular de la narración en la que se mezclan varios géneros, el cuento de hadas, el thriller, la ciencia ficción, el drama... y algo del fantástico, en el que se incluyen temas como la lucha de clases, los matrimonios obligados, los miedos de la mujer a la soledad, la discriminación por edad, el culto al cuerpo y al sexo.
Es un cine muy femenino, que va contra los estereotipos, que defiende la libertad de ser una misma, de amar a quien se quiere, donde abundan las mujeres, mientras que los hombres quedan un poco en la sombra, como meras marionetas que apenas cuentan.
Al igual que se mezclan géneros también lo hacen los estilos a la hora del vestuario, desde el clásico de la mujer fatal a uno futurista, a otro de cuento de hadas, a lo que se unen los espléndidos escenarios naturales, bien utilizados, por que se trata de una producción de bajo presupuesto y en ese aspecto había que economizar, y hay que felicitar a los encargados de localización, bien realzados por una colorista fotografía.
Se trata del provocativo debut con este largometraje feminista de la joven directora bilbaína que se esconde bajo el nombre artístico de Alice Waddington, de 29 años, rodado en inglés, con actores extranjeros pero de producción española, que ha sido la única presencia española en el Festival de Sundance y también se ha pasado en el Festival de Sitges, en el que se aprecia un cierto desequilibrio, dedicando una buena parte a mostrar lo que allí se hace, unos leves momentos de romance y prácticamente toda la acción y la sorpresa se dedica para la parte final.
Las actrices bastante hacen con mostrar su belleza en este sofisticado ambiente, con Mila Jovovich como rostro más conocido en el papel de la directora de la residencia.
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