. |
|
CRITICA
Por: PACO CASADO
A finales del siglo XVIII, la atractiva Hester Pryme llega desde Inglaterra , a la ciudad de Boston en busca de una casa y unas tierras con el objeto de tener todo listo para cuando llegue su marido, un hombre mucho mayor que ella, con quien su padre la obligó a casarse en contra de su voluntad.
Gradualmente, su juventud, su belleza y las ideas progresistas, levantarán el recelo de los Reverendos Padres y los celos de las mujeres del lugar.
Adaptación al cine de una novela profeminista de Nathaniel Hawthorne, uno de los autores norteamericanos clásicos del siglo XIX.
Tres versiones anteriores a ésta existen de La letra escarlata.
La primera de Victor Sjöstrom (1926) con Lillian Gish; la segunda de Robert G. Vignola (1934) con Colleen Moore; la tercera de Wim Wenders (1973), con Senta Berger y finalmente esta del británico Roland Joffé (1995) con Demi Moore.
Posiblemente cada una de éstas, aparte de las diferencias que pueda haber entre ellas, reflejan de alguna manera el momento en que se hicieron.
Tal vez esta última sea la que más altera la novela original de Nathaniel Hawthorne, adaptándola a una concepción más actual y valiente en la resolución del problema, que el autor literario no se atreviera a darle en su día.
Por otra parte también toma el relato con anterioridad al comienzo de la novela, lo que hace que de alguna manera se alargue ya que, por otra parte, también contempla las relaciones con los indios y su colonización, donde igualmente entra en juego que se aumente el papel del personaje del marido y la venganza que lleva a cabo contra su esposa, que es condenada a llevar en su pecho la letra A en rojo como símbolo público de adúltera, por tener una hija como consecuencia de haber mantenido relaciones sexuales con el pastor de la comunidad al creer muerto a su esposo, nombre que ella oculta en su defensa.
Dentro de este alargamiento está también la creación del personaje de la criada muda llamada Mituba.
En esta nueva versión Joffé nos da su visión personal del adulterio en la que se erige a Hester Prynne como una mujer que se adelanta a su época, al tiempo que mezcla su drama íntimo con el contexto histórico.
En este sentido guarda cierto paralelismo con su película La Misión (1986).
Lo que ocurre es que esa solución no está bien llevada a cabo ni desde el guion, que convierte a los indios en el séptimo de caballería que llega a salvar a la pareja en el último minuto, ni desde la puesta en escena, que contrasta con el ritmo adecuado de las secuencias precedentes y la cuidada ambientación, vestuarios, costumbres, etc., que derrocha el film.
Bien la pareja protagonista y un poco acentuado Robert Duvall en un papel que se prestaba para ello.
Bella música de Ennio Morricone, algo que es habitual, en la cuarta colaboración con Roland Joffé, y estupenda la fotografía, valores que no acaban de redondear una cinta que ha dispuesto de todos los medios para lograr una gran película.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE