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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras pasar por la Mostra de cine de Venecia, fuera de concurso, llega primero durante unas semanas a las carteleras y posteriormente lo hará a la plataforma de Neflix, 'The King' (2019), dirigido por el australiano David Michôd que hace así su cuarto largometraje.
Hal es un príncipe descarriado, caprichoso, heredero de la corona de Inglaterra pero sin ningún interés por ejercer su derecho a sentarse en el trono, ya que ha abandonado sus responsabilidades para vivir en libertad en medio de la gente, del pueblo, en compañía de su mejor amigo Sir John Falstaff, con el que suele organizar grandes juergas casi a diario.
Llamado a consulta por su padre el rey, éste lo deshereda y le anuncia que le entregará el trono a su hermano menor Thomás, mucho más serio y preocupado por las labores del reino, quien se apresta para emprender la batalla que su padre quería contra Francia, pero Hal se presenta y evita esa contienda venciendo en un combate personal en un duro duelo.
Poco después Thomas muere en una batalla contra Gales.
Sin embargo, ante la muerte de su tiránico padre, Hal se verá obligado a retomar la vida de la que quería huir y volver, para convertirse en el nuevo rey: Enrique V.
Después de su coronación, tras heredar el trono, el joven monarca tendrá que aprender lo que significa ser rey, a lidiar con las intrigas palaciegas, la iglesia, el caos, la guerra que ha recibido en herencia contra Francia, así como los vínculos que le atan a su antigua vida, especialmente con su mejor amigo y mentor, el caballero Sir John Falstaff.
Enrique tiene ocasión de unificar el reino con determinaciones que únicamente puede tomar un rey, que no tiene amigo sólo partidarios.
A pesar de que como en algún momento dice que "los enemigos de su padre no tienen por qué ser los míos", se verá finalmente obligado a emprender la guerra contra Francia que gracias a la estrategia organizada por su amigo Sir John Falstaff logrará vencerlos y su rey Carlos, únicamente le pide que se espose con su hija Catalina, a lo que finalmente accede, aunque ella le previene que no se humillará ante él, que tendrá que conquistar su corazón.
Inspirada en las obras de teatro Enrique IV y Enrique V, de William Shakespeare, la película sigue el camino hacia la madurez de Enrique, un joven salvaje e indisciplinado conocido antes de ser coronado rey como el Príncipe Hal.
Todo lo dicho está en los libros de historia por lo que no creemos haber caído en spoiler, pero sí hemos de decir que el film tiene un guion de Joel Edgerton muy equilibrado en el que la historia se cuenta por derecho, sin ningún salto atrás, con una gran claridad y sobre todo es admirable la extraordinaria ambientación con unos excelentes y ricos lugares bien elegidos como decorados, un fabuloso vestuario, espléndido el espectacular movimiento de masas que se planifica en la escenificación de la épica batalla de Agincourt y el realismo a la hora de efectuar una ejecución en el cadalso.
En el aspecto interpretativo Timothée Chalamet nos parece un actor de poca presencia para el papel del rey Enrique V en el que a veces parece estar como ausente, frente a la veteranía de los demás componentes del reparto.
Es, en definitiva, un drama histórico que sin embargo en el fondo subyacen temas que siguen de actualidad a pesar del paso del tiempo, como la ambición por el poder, la corrupción, las intrigas políticas, la guerra, que han sido heredadas por la generaciones presentes.
La cinta tiene en su contra que pueda ser comparada con las versiones que se hicieron en su momento de Enrique V (1944) a cargo de Laurence Olivier y Enrique V (1989) de Kenneth Branagh o la batalla de Campanadas a medianoche (1965), de Orson Welles que incorporaba además a un inolvidable Falstaff.
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