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CRITICA
Por: PACO CASADO
Con bastante seguridad ningún buen aficionado al cine podrá negar que un director como Michael Bay no hay muchos, o mejor, que es único, cuyas características posiblemente sean inigualables en muchos sentidos, que sus argumentos son generalmente demasiado extensos, que en ellos abundan la acción en las que no faltan las persecuciones, carreras, abundantes disparos y explosiones, el uso de la cámara lenta, su crispado montaje en exceso en el que apenas deja ver las escenas de acción, la abundancia destrucción de coches, edificios y cuanto se ponga por delante, la rapidez de planos cortos que se suceden a gran velocidad y la abundancia de presupuesto para llevar a cabo todo ello y así podríamos continuar.
Una prueba de todo esto que acabamos de apuntar puede ser la larga persecución por las calles de la ciudad italiana de Florencia que casi alcanza los veinte minutos, una de las más largas y espectaculares que recordamos en mucho tiempo, lo cual no quiere decir que sea la mejor que hayamos visto, pero sí la más vistosa de cara a asombrar al espectador, ya que se hace interminable y en la que no pueden suceder más cosas, ni se destrocen más coches.
Cuenta la historia de un multimillonario que simula su propia muerte para confeccionar un grupo internacional de mercenarios justicieros que tiene por finalidad llevar a cabo una misión sumamente arriesgada como es la de acabar con Rovach, uno de los dictadores más sanguinario de todo el planeta, el primero de los diez que tiene apuntado en su agenda para destruir, tras lo cual el mundo vivirá más tranquilo.
Así se convierten en seis agentes imposibles de rastrear, totalmente fuera de la red, ya que cada uno ha enterrado su pasado para poder llevar a cabo esta hazaña que será celebrada y recordada pero sin los nombres de los héroes que la llevaron a cabo porque no existen.
Este film podría ser el comienzo de una serie en la que este equipo termine por acabar con los diez dictadores en sucesivas entregas.
El argumento está dividido en dos partes, una en la que se cuenta el pasado del protagonista, que lo hace él mismo en off y una segunda con el presente.
En ambas se realizan misiones en las que abunda la acción y con todas las características antes apuntadas.
En las películas de Michael Bay el guion es lo de menos, lo que le importa es proporcionar espectáculo y eso lo sabe hacer perfectamente, pero no pasa de ahí, como ocurre una vez más aquí.
Hay un cierto recuerdo a Los siete magníficos (1960) en que se van reclutando a los seis del título que en principio eran siete tras la muerte de uno de ellos, lo cual hace recordarlo mucho más por el número.
Por cierto hablando de números cada uno de ellos tiene asignado uno del 1 al 6 sin que ninguno de los demás sepa cual es el nombre que se oculta tras el mismo ya que siempre se llaman por la cifra que se le ha asignado.
En cualquier película la extraordinaria persecución sería el apoteósico final de la historia, pero Bay no se priva y lo hace al comienzo para sorprender más al público y en la que no le importar tirar abajo la puerta de un museo y cargarse algunas obras de arte con tal de conseguir su propósito.
En la segunda parte se trata de dar un golpe de estado en Turquestán y liquidar a Rovach el tirano líder de una (ficticia) república, que tiene sometido a su pueblo y para ello secuestran al hermano de éste, Murat, que intenta quitarle el puesto, que poco menos que lo tiene protegido en una cárcel de oro en el último piso del edificio más alto con todo lujo y super protegido del país, con la última tecnología y guardias de seguridad para que eso no ocurra.
Otra de las características que se nos había pasado es que sus tramas suceden a lo largo y ancho del mundo y en este caso van desde Norteamérica a Francia y a Japón, entre otros lugares, donde se aprovecha en cada ciudad para llevar a cabo una nueva pirueta subiendo edificios, grúas o bajando monumentos históricos como la cúpula de Bruneleschi de Santa María del Fiore.
En definitiva el espectáculo está servido gracias a los 150 millones que ha manejado en esta ocasión como presupuesto.
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