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CRITICA
Por: PACO CASADO
Thriller criminal protagonizado por Adamo, hijo de una madre italiana, católica y un padre marroquí de religión musulmana que, junto a sus tres amigos, Junes, Volt y Badia, una chica guapa, dura pero con un corazón de oro, trafican en un barrio de Amberes, la ciudad donde más abunda la cocaína de toda Europa, que intentarán convertirse en unos legendarios gángsteres.
Adamo perdió a sus padres cuando era pequeño en un tiroteo en un supermercado y lo ha criado su tío Fekir, que tiene una pizzería como tapadera de un negocio de tráfico de hachís.
Un día Orlando Marín le propone que distribuya también cocaína, pero se niega por el riesgo que ello conlleva.
Pero su sobrino Adamo se arriesga, a espaldas de su tío, con sus amigos y roban un gran cargamento de cocaína destinado a Orlando.
En principio les va bien porque la venden más barata, pero eso rompe el equilibrio del mercado en el que está tanto Orlando como la corrupta policía que también trafica con los alijos que captura, lo que hace que tengan que huir una temporada a Marruecos, donde lo pasan bien hasta que una banda que allí actúa le hace frente y han de volver a casa, donde son atrapados por la policía.
No obstante como tienen dinero contratan a dos buenos abogados que los sacan pronto de la cárcel.
Esto desencadena una batalla de bandas en la que todos ellos terminarán inmersos, que acaba en una guerra que llega hasta los despiadados cárteles de Colombia.
La historia está contada en siete capítulos que corresponden a los siete pecados capitales en este orden: pereza, envidia, avaricia, lujuria, gula, ira y soberbia que corresponden a las distintas etapas por las que atraviesan los componentes de esta especie de banda juvenil y los problemas a los que se van enfrentado debido a la actitud que adoptan en cada momento.
El guion tiene un prólogo de unos nueve minutos en el que nos muestra la relación de cada uno de los protagonistas cuando eran niños que se relacionaban en su barrio haciendo travesuras y viendo cómo los mayores eran delincuentes a los que querían imitar cuando fueran mayores, como así ocurre finalmente.
El film tiene un giro a algo más de veinte minutos del comienzo en que parece que va a finalizar pero la historia continúa y precisamente es la parte más violenta cuando entra en escena el duro y despiadado cártel colombiano.
No cabe duda que cuenta un relato en el que suceden muchas cosas expuestas con una gran claridad y no falta del ritmo que le imprimen estos dos directores belgas, de origen marroquí, que parece que conocen bien el terreno que pisan, lo que no es de extrañar que Hollywood se fijara en ellos y los contrataran para propósitos de más enjundia, mayor envergadura y presupuesto.
Premio a la dirección en el Festival de Palm Springs.
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