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CRITICA
Por: PACO CASADO
La acción de este melodrama homosexual carcelario tiene lugar en San Bernardo, Chile, en el inicio de los años 1970.
Son los momentos anteriores a que Salvador Allende accediera a tomar posesión de la presidencia del país chileno.
En una noche de borrachera, Jaime, un joven solitario, de poco más de 20 años, le rasga el cuello a su amigo, al que llaman El Gitano, en un aparente arrebato pasional de celos.
Tras el asesinato Jaime entra en una pequeña y sucia penitenciaría y en la celda a la que es destinado, en la que convive con cuatro internos más, conoce a Ricardo, conocido como El Potro, un hombre mayor, un veterano gángster que se ha convertido en el jefe de la misma, al que los demás respetan, y donde existen unos códigos de afectos, lealtades y traiciones.
Pronto, por su belleza, juventud y estilo, se gana el apelativo de El príncipe, al que enseguida Ricardo hace suyo sodomizándolo en la primera noche, ya que en la celda tan sólo hay dos literas y tienen que dormir de dos en dos; al quinto lo manda a descansar al suelo.
Ese acto sexual entre dos hombres es lo que llaman en prisión "amor negro".
A lo largo de los días se entabla una amistad entre ambos, mientras tanto se buscarán la rivalidad con otros presos y las relaciones homosexuales con los que les caen bien.
En este sentido la película está plagada de escenas eróticas de todo tipo entre hombres en la prisión y con mujeres fuera de ella, incluida su propia madre, a través de algunos flash backs en los que conocemos la trayectoria anterior del protagonista.
El resto del metraje es lo que ocurre en la cárcel en donde se suceden las peleas, el mal trato que los guardias tiene para con los presos y el abuso sádico en determinadas circunstancias que hacen de ellos, avergonzándolos delante de los compañeros en escena de sodomía con el palo de una escoba, entre otras cosas.
Nunca habíamos visto un film chileno, aunque en este caso sea en coproducción con Argentina y Bélgica, que sea tan valiente en mostrar las escenas de sexo explícito como se hace en éste.
El guion está basado en la novela homónima de género carcelario escrita por el chileno Mario Cruz en la que desarrolla un conflicto sentimental sin sorpresas y en la que muestra la violencia en las prisiones chilenas en aquellos años.
La cinta arranca con la muerte de El gitano y a partir de ahí iremos conociendo a los diferentes personajes hasta que en los metros finales terminamos enterándonos de el por qué de esa muerte y las consecuencias que ésta acarrea para El Príncipe.
A lo largo de la historia Jaime descubrirá de esa forma tan especial la gran necesidad que tiene el ser humano de amar y al mismo tiempo también de ser amado.
Los principales papeles se los reparten entre Juan Carlos Maldonado, como Jaime, El Príncipe; el veterano actor Alfredo Castro encarna a El potro y Gastón Pauls es el argentino al que llaman Che Pibe.
Se nota la diferencia entre la poca experiencia de Maldonado, con tan solo seis años actuando en series de televisión y en ésta su segunda película, frente a la veteranía de los otros dos actores tanto el chileno como el argentino con más de sesenta títulos a sus espaldas entre series y films.
Por su parte el chileno Sebastián Muñoz es un actor que se ha pasado a detrás de la cámara que tras debutar con un documental hace con 'El príncipe' (2019) su primer largometraje y eso se ve ya que se entrega por entero a la veteranía de los actores que tiene en sus manos.
Termina dedicando esta ópera prima a su madre y a Ricardo Larraín con quien como actor actuó en algunas de sus cintas.
Premio Queer Lion en la Semana de la crítica en la Mostra de cine de Venecia 2919. Mejor contribución artística en el Festival de La Habana.
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