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CRITICA
Por: PACO CASADO
En 1968 el realizador canadiense Norman Jewison llevaba a cabo El caso Thomas Crown, la historia de un millonario, atracador de bancos, que utilizaba a unos hombres que no le conocían para asaltar incluso sus propios establecimientos bancarios logrando unos robos prácticamente perfectos.
Esto lo hace por diversión ya que no le hace falta el dinero robado.
Jewison lo exponía con la técnica de narración de una fina comedia, sin violencia, ni sadismo, sino confiando en la inteligencia, frialdad y elegancia del protagonista y de su sagaz perseguidora.
En este sentido era famosa la escena de la partida de ajedrez, con todo un perfecto juego de miradas entre ambos.
Lo narraba subdividiendo la pantalla y mostrando de forma simultánea cosas que ocurrían a un mismo tiempo, lo cual era una novedad en su época.
Y contaba con una excelente interpretación de Steve McQueen y Faye Dunaway.
Ahora se vuelve a tomar la historia, se remoza y se cambian algunas cosas, como es robar valiosos cuadros que suelen ser obras de arte de un museo en lugar de asaltar un banco para poner de manifiesto los fallos de las más modernas y sofisticadas técnicas de la electrónica.
Después de robar una famosa pintura de Claude Monet, la única persona que llega a sospechar de Thomas Crown es la detective Catherine Banning, cuyo trabajo es recuperar la imagen, no importa de la manera que cumpla su misión, pero se involucra demasiado con Crown como para mantener una distancia profesional con el caso.
El resto es más o menos igual, la persecución de una agente del seguro a este aburrido playboy millonario hecho a sí mismo que lo hace para divertirse, que resulta ser irresistible para las mujeres lo que es otros desafío en ese sentido.
Esta nueva versión ya no resulta tan novedosa como aquella, ni se cuenta con Steve McQueen, aquí sustituido por un Pierce Brosnan más vulgar, se prolonga demasiado la relación amorosa entre ambos, con más exhibición anatómica por parte de Rene Ruso en el papel de la seductora detective, y se nos escamotea la estupenda partida de ajedrez, sustituida por un sorprendente doble final que le da un poco de más interés a un film que discurre rodado con corrección y que logra simplemente entretener.
La banda sonora de Bill Conti ambienta perfectamente los lugares de lujo por los que se desenvuelve la acción y emplea en algunos momentos unas variaciones del tema central de aquella primera versión de Los molinos de tu espíritu, compuesto por Michel Legrand, que interpretaba Noel Harrison, y que aquí se repite también en la nueva versión de Sting en los créditos finales.
Premio Blockbuster a Pierce Brosnan y Denis Leary. Premio Hollywood al maquillaje y peluquería.
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