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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine americano sigue estando falto de nuevos argumentos y otras cosas, por lo que con frecuencia recurre a guiones antiguos que recicla y pone al día, como en este caso sucede con la película 24 horas sin mentir (1941), dirigida por Elliott Nugent, que interpretaba Bob Hope, Paulette Goddard y Edward Arnold, que ha sido convenientemente adaptada a la actualidad, para lucimiento personal del cómico Jim Carrey.
Es la historia de Fletcher Reede, un profesional de la mentira, abogado de profesión con mucho éxito y padre divorciado con un hijo, Max, que se ve atrapado durante 24 horas por el deseo formulado por éste de que su padre no mienta durante ese período de tiempo, harto ya de que siempre ponga una excusa para no cumplir sus promesas.
Su prometedora aunque poco ética carrera legal deja muy poco tiempo libre a Fletcher que además siempre encuentra alguna excusa para no hacerse cargo de su hijo.
Es un obseso de su trabajo y tiene a Max abandonado ya que deja de estar con él con demasiada frecuencia, como por ejemplo en la fiesta de su cumpleaños, en la que el chico formula un deseo: que su padre no pueda mentir durante un día entero.
Esto sucede justamente cuando se encuentra en el caso más importante de toda su carrera.
Para sorpresa de socios, jueces, clientes y de su ex esposa, Fletcher se pasará 24 horas diciendo la verdad.
Se trata de una historia amable y sencilla, estropeada o potenciada, según se mire, por Jim Carrey, que cobró 17 millones por este trabajo.
Lo primero porque con sus constantes muecas se supera a sí mismo y no hace más que el payaso, en una historia que podía transcurrir con normalidad y por otros cauces de no contar con su presencia.
Lo segundo porque indudablemente, aunque nosotros no pensemos así, hay mucho público que gusta de este cómico, pues de lo contrario no conseguiría los récords de taquilla que logra con sus films.
Aquí se vuelve a unir Jim Carrey con su primer director y descubridor, Tom Shadyac, que fue gagman de profesión, y durante dos años el autor de los guiones de los shows del humorista, lo que le ayuda a potenciar la comicidad de la cinta.
Para nosotros tan sólo tiene una escena verdaderamente divertida, que es la del consejo de administración y algunos gags sueltos, que aumentan cuando el protagonista se ve impedido de mentir.
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