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CRITICA
Por: PACO CASADO
Presentada en la Mostra de cine de Venecia fuera de concurso y en la sección Perlas del Festival de cine de San Sebastián, llega a las pantallas comerciales, 'Seberg' (2019), de Benedict Andrews.
El guion está inspirado en unos hechos reales sucedidos en unos momentos de la vida de la actriz norteamericana Jean Seberg, que se convirtió en un icono de la Nueva Ola francesa, a finales de la década de los años 60, tras interpretar Al final de la escapada (1960) de Jean-Luc Godard.
Anteriormente con 17 años había debutado en el cine en Santa Juana (1957), de Otto Preminger, como se ve previo a los créditos iniciales en la escena de la hoguera que le dejó secuelas.
La acción comienza en París, en mayo de 1968 desde donde se trasladó con su agente a Los Angeles, dejando allí a su segundo marido Roman Gary con su hijo Diego, para rodar la película La leyenda de la ciudad sin nombre (1969), de Joshua Logan, con Clint Eastwood y Lee Marvin.
Una vez allí fue objetivo preferente del programa ilegal de vigilancia del FBI, entonces dirigido por J. Edgar Hoover, que la persiguió por su participación política, económica y romántica en la campaña organizada por el Black Power, en compañía del activista en contra del racismo y en defensa de los derechos civiles Hakim Jamal, primo de Malcolm X, al que conoció en el avión durante el viaje.
De esa forma se convirtió en blanco de los despiadados intentos del FBI de interrumpir, desacreditar y acabar con el movimiento de los Panteras negras.
Un ambicioso y joven agente del FBI, Jack Solomon, (personaje ficticio) es asignado para vigilarla y descubre que su destino está relacionado de alguna manera con el suyo.
Un film refinado, reidinvicativo y sensual, protagonizado por la actriz Kristen Stewart que deslumbra cada vez que aparece en la pantalla, que luce para el caso un adecuado look muy parecido al de la actriz a la que encarna en esta historia que se ocupa únicamente de ese fragmento de su vida que le llevó incluso a un intento de suicidio, al ver publicada en la prensa ciertos infundios acerca de su relación sexual con Jamal, lo que puso en peligro el rompimiento de los dos matrimonios, desesperada de tanta persecución, dolor y sufrimiento, algo que el detective Solomon no quería cargar sobre su conciencia, por lo que llega a avisarle telefónicamente de que desistiera de su actitud política en apoyo con su dinero al poder negro con el que ella simpatiza a pesar de todo.
Según reza en los créditos finales, fue encontrada muerta a la edad de 40 años en el interior de su coche en París tras diez días de búsqueda lo que se dio como probable suicidio debido a una gran cantidad de barbitúricos y alcohol, ya que anteriormente lo había intentado en varias ocasiones, cuyas circunstancias siguen sin aclararse.
La cinta tiene una bella factura técnica, un impecable diseño de producción, una insustancial dirección del australiano Benedict Andrews en este su segundo largometraje, con un buen trabajo por parte de Kristen Stewart, que se cree a pies juntillas su enamoradizo y rebelde personaje con el que se identifica, que termina sumido en la tristeza y la desolación hasta el suicidio, que carga sobre su espalda todo el peso de esta historia estando constantemente en pantalla.
No se puede juzgar esta película como una biografía, sino como un momento concreto de la angustiosa persecución que sufrió la actriz por defender una causa justa.
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