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CRITICA
Por: PACO CASADO
La ambigüedad es una de las características del cine negro, al que pertenece esta película, ya famosa en la historia del cine dentro del género, que generalmente se suele dar en los personajes que actúan como verdugos.
Pero también sucede a veces en los que se suponen van a ser las propias víctimas.
En Brigdeport, pequeño pueblo de California, Jeff Bailey, dueño de la gasolinera, recibe la misteriosa visita de un tipo llamado Joe.
Este encuentro le trae a la memoria su pasado, cuando se llamaba Jeff Marcham y era detective en la ciudad de Nueva York.
Allí un gángster Whit Sterling, le encarga encontrar a su amante, Kathie Moffat, que ha desaparecido con cuarenta mil dólares suyos.
Jeff inicia la búsqueda que le lleva hasta México, donde al conocer a Kathie, inmediatamente se enamora de ella, y juntos deciden huir a San Francisco ...
Así ocurre en este film con la aterrorizada protagonista a quien esperamos ver asesinada antes del final y que logra abatir a su asesino en una trampa preparada de antemano, cuando en realidad era un pobre animal de matadero destinado al sacrificio.
El ex detective Jeff Bailey recibe una extraña llamada de su anterior jefe, en la que pide un encuentro para hablar del pasado.
Temiéndose lo peor, explica a su novia su oscura relación anterior con él.
'Retorno al pasado' (1947) contienen una de las más famosas escenas retrospectivas de la historia del cine.
Su guionista, Daniel Mainwaring, fue el autor de la novela en la que está basada la cinta.
A pesar de ser una película del año 1947, sus dos protagonistas principales, entonces al inicio de sus carreras, están bien encajados en sus respectivos papeles.
Es uno de los clásicos indiscutibles del cine negro en el que el director es Jacques Tourneur, supo adaptarse siempre a diferentes géneros, y cuya realización en este caso se hace notable por el delirante empleo de la elipsis narrativa en todo momento.
Junto a 'Noche en el alma' (1944), el director Jacques Tourneur, de origen francés, compuso algunos de sus mayores logros en el género del cine negro.
Se utiliza una técnica correcta y la fotografía se ajusta perfectamente al clima de esta clase de cine de esta singular historia, tan confusa como brutal, donde la serie de muertes, son realizadas siempre con una especie de sadismo realmente fulgurante.
A partir de esta película, el gesto impasible de cínico consciente de Robert Mitchum habría de cobrar carta de naturaleza en su personalidad y en su forma de actuar.
Junto a él figuran Jane Greer y un Kirk Douglas que acababa de debutar ante las cámaras con 'El extraño amor de Martha Ivers' (1946), de Lewis Milestone.
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