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CRITICA
Por: PACO CASADO
El tema de la problemática entre profesores y alumnos no es nuevo en el cine, en varias ocasiones se ha llevado a la pantalla, a través de algunos títulos muy conocidos que denotaron calidad en sus imágenes, pudiendo citar algunos de ellos como Semilla de maldad (1955), de Richard Brooks, donde se usó por primera vez el rock and roll en su banda sonora, Profesor Holland (1995), de Stephen Herek, sobre un profesor de música, La clase (2008), de Laurent Cantet, como producción francesa más cercana a la que comentamos con una cuestión temática similar, por citar tan sólo unos ejemplos.
El guion de esta película está basado en las propias experiencias vividas por los directores Mehdi Idir y Grand Corps Malade, en el que exponen la vida escolar, como su propio título original indica, de un colegio situado en las afueras de París.
Allí llega Samia Zibra, una joven maestra treintañera, de origen argelino, que asume la dirección de estudios de esa peligrosa escuela de los suburbios, que tiene una complicada y dudosa reputación de su alumnado.
En su tarea diaria, Samia tendrá que lidiar con los problemas recurrentes de la disciplina, la falta de motivación de los alumnos, las peleas entre ellos, en lo que pone todo su empeño en enseñar y de paso conocer la realidad social que pesa sobre la escuela y el vecindario, y con el tiempo descubrirá la falta de disciplina, pero también la increíble vitalidad y humor tanto de los estudiantes como de los demás compañeros docentes.
La acción comienza con la elección de delegados de curso y poco a poco vamos conociendo tanto a los profesores como a los alumnos, en algunos de los cuales se centran más las dificultades que en otros, caso de Farid Amoudi, un mentiroso compulsivo que siempre llega tarde con las excusas más peregrinas, o de Yanis (15 años), cuyo amigo Fodes (20 años) se ha convertido en un camello, al que sólo le interesa la asignatura de Lengua, jugar a Fifa y el cine, o el que roba comida en el comedor porque su madre no puede alimentar a sus cinco hermanos, así como las gamberradas que les gastan a los profesores.
De ellos se exponen también los inconvenientes que tienen algunos, como el de gimnasia, al que le llaman la atención por su sucio lenguaje en el trato con los chicos en clase, el vigilante que compra hierba a uno de los alumnos o de Samia, que al igual que Yanis, tiene a alguien de su familia en prisión.
Unos son más comprensivos que otros para con la actitud de los jóvenes pero a veces la toman con algunos de ellos.
Con todos esas cuestiones tiene que luchar a diario la joven coordinadora de estudios, recibiendo a las madres y padres de los alumnos cuando se portan mal o apaciguando a los propios compañeros cuando se trata de analizar la actitud de los estudiantes en alguna reunión para castigar o tomar la dura decisión de expulsar ante una grave falta cometida.
Tiene momentos de humor y sobre todo una gran generosidad y respeto para con los personajes.
Está lejos de los clichés y a la vez es tierna y divertida en ocasiones, alternando así los asuntos de cada uno en su caso.
Habla sobre el sistema educativo y la conexión entre alumnos y profesores sin perder nunca de vista la esperanza en el futuro.
Es de destacar la labor interpretativa de la simpática Zita Hanrot por la parte del profesorado y del debutante Liam Pierron que carga con el mayor peso entre la labor de los alumnos.
Segundo film de Mehdi Idir y Grand Corps Malade que tras debutar en la dirección de un largometraje con Patients (2016), ha superado ya con ésta los 1'8 millones de espectadores en Francia que a pesar de su extensa duración no se hace notar en ningún momento.
Premio Cinéfilos del futuro en el Festival de cine europeo de Sevilla. Nominado al César Liam Pierron como mejor actor revelación.
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