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CRITICA
Por: PACO CASADO
No cabe duda de que las técnicas informáticas han hecho volar la imaginación de los guionistas que por menos de nada resucitan dragones prehistóricos capaces de acabar con la humanidad entera.
Durante la ejecución de un proyecto de tunelación en una obras en el metro de Londres, un chico despierta por error a uno de estos seres, que lleva siglos aletargado, desatando el infierno, y tras reproducirse a gran velocidad en veinte años han acabado con el planeta.
Transcurrido ese tiempo, el pequeño se ha convertido en el jefe de los bomberos que lidera la lucha contra el mal.
Tan sólo unos pocos seres humanos con Quinn al frente se encuentran refugiados en un castillo en Londres desde donde luchan denodadamente por supervivir.
Con la ayuda americana, capitaneada por Van Zan y la atractiva piloto de helicópteros Alex, podrán vencer a los dragones, no sin antes pasar múltiples dificultades.
A pasar de que los dragones medievales son los protagonistas de esta cinta de aventuras, la película está ambientada en un futuro apocalíptico en el que estos míticos animales dominan el planeta.
No obstante, la imaginación de los guionistas, el argumento es bastante elemental y algo reiterativo, dándole vueltas a lo mismo, adornado con una música muy espectacular que resalta los momentos más emocionantes de esta desigual lucha entre humanos y monstruos, en donde tienen mucho que decir los efectos especiales que se erigen en principales protagonistas de esta historia llena de convencionalismos y cosas sin explicar, aunque de lo que se trata es de hacer pasar el rato.
En la dirección aparece un nombre clave en la ciencia ficción y la fantasía: Rob Bowman, popular por su importante implicación en proyectos como Star Trek, con un trabajo actoral de lo más funcional.
Con una estética muy diferente a la habitual, el atractivo Matthew McConaughe encabeza el reparto, acompañado por el polifacético Christian Bale.
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