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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta modesta pero vigorosa película norteamericana pertenece al género del Oeste y a una época en la que estos films abundaban en las carteleras de los cines ya que los espectadores los veían con una gran delectación.
En la década de 1700 en Nueva York, Jonathan Adams, un joven artista que empieza su carrera en Boston, es enviado al Valle de Mohawk para dibujar paisajes y retratos de los nativos norteamericanos alojándose y trabajando en el remoto puesto del ejército como es el Fuerte Alden.
Allí se debate entre su amor por dos mujeres, teniendo que hacer malabarismos entre la hija del tendero, su prometida recién llegada del Este, y la hija del jefe indio y por otra parte se ve envuelto en medio de una guerra que se ha suscitado entre los Mohawk y los Iroquois estadounidenses.
Adams se ve involucrado en esa guerra entre los indios y el barón John Hoyt, un hombre avaricioso y sin escrúpulos, dispuesto a recuperar sus tierras que, según él, pertenecieron a sus antepasados antes que a los indios.
Para conseguir recuperarlas sólo tiene que lograr que los colonos, los soldados y los indígenas se enfrenten entre sí.
Es entonces cuando para Jonathan empezarán los problemas de verdad.
Plantea el eterno dilema de las luchas entre blancos y pieles rojas, en este caso los Mohawks, azuzados por ese hombre que odia igualmente a unos y a otros, a los que considera por partida doble usurpadores de sus tierras.
No faltan, por tanto, las intrigas, traiciones, luchas y asalto al fuerte de los colonos, con la correspondiente trama sentimental, en la que dos mujeres entablan un pugilato de generosidad al renunciar mutuamente a su amor, para que, en definitiva, se beneficie de ello la muchacha india.
Está bien realizada por un artesano como Kurt Newman, con una habilidad inusual, que afrontó este proyecto en el tramo final de su carrera, aunque a fuerza de ver tantas cintas iguales empezara a resultar difícil apreciar sus valores cinematográficos, pero resulta al menos entretenido este drama de aventuras a pesar de ser de serie B con un escaso presupuesto.
Si bien no tiene una gran imaginación a la hora de plantear los tópicos que en ella se tocan, al menos tiene una correcta dirección, fotografía de Karl Truss e interpretación del elenco de actores aunque no sean de primera línea y tiene además la virtud de hacernos sentir más jóvenes recordando nuestra niñez.
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