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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las obras literarias clásicas centraron la atención de los cineastas desde los comienzos, cuando el cine aún era mudo.
Hubo incluso un movimiento en el que con la adaptación de prestigiosos títulos de la literatura se pretendía dar categoría al incipiente séptimo arte que estaba tan denostado por aquellos momentos.
Así no es de extrañar que desde entonces, Los miserables, de Victor Hugo, haya sido uno de los libros más veces llevados a la pantalla, en todas las cinematografías, no sólo la francesa, sino también la italiana, inglesa y americana, entre otras.
La nueva versión es producida por el cine americano, pero sin embargo está dirigida por el danés Bille August y con un reparto en su mayoría de actores europeos.
Hay que decir que era realmente imposible de resumir en tan sólo poco más de dos horas una obra tan extensa como ésta, por lo que el siempre respetuoso guion de Rafael Yglesias ha tratado de despejarla de acontecimientos superfluos y de personajes accesorios, dejándola reducida a la simple lucha entre el bien y el mal, encarnados en este caso por Jean Valjean y su eterno perseguidor el inspector Javert, aunque a veces resulte en exceso esquemático y maniqueo su enfrentamiento.
Francia, a principios del siglo XIX. Jean Valjean es un pobre hombre que es condenado por robar una simple barra de pan a 20 años de cárcel.
Una vez cumplida su condena, con el tiempo, se convierte en alcalde de la villa de Vigau y la transforma en una ciudad próspera.
Entre tanto para el policía Javert encontrarle se ha convertido en una obsesión que le perseguirá durante toda su vida.
Pero el duro destino que le aguarda hace que se enamore de una enfermiza prostituta, Fantine, y que tras su pronta desaparición no pueda educar adecuadamente a Cosette, la hija que ésta le deja a su cuidado tras su muerte.
La película solapa un intenso melodrama de pasiones con todo un fresco histórico, con temas capitales de la novela original, como la venganza o la redención para centrarse en un tema secundario en el libro como es la relación entre el protagonista y su hija adolescente.
Billie August, que se ha especializado en adaptaciones literarias, logra un bien construido y sólido melodrama, cosa que le permite el amplio presupuesto de que disponía, con el ritmo preciso para que no decaiga el interés del espectador en ningún instante en torno a esta epopeya humana, gracias entre otras cosas a una puesta en escena que cuida perfectamente la ambientación histórica y la adorna con una buena fotografía e inspirada música de Basil Poledouris.
En el reparto destaca el duelo interpretativo del irlandés Liam Neeson y el australiano Geoffrey Rush, con el breve apoyo en un papel dramático, muy diferente a los que estamos acostumbrados a verle, de Uma Thurman, y con menos responsabilidad en los que encarnan los jóvenes Claire Danes y Hans Matheson.
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