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CRITICA
Por: PACO CASADO
El buen aficionado al cine de suspense es conocedor de las buenas maneras en las que se maneja el cine británico en este género, de lo que puede ser una buena muestra esta producción 'Pasos en la niebla' (1955), de Arthur Lubin.
La acción se ambienta a principios del año 1900, en Inglaterra, donde una sirvienta chantajea a su señor para que se enamore de ella, cuando ésta descubre que él fue quien realmente asesinó a su esposa.
Para sus amigos victorianos de Londres, Stephen Lowry es un viudo desconsolado por la muerte de su mujer.
Únicamente Lily, la criada, sabe que lejos de morir de gastroenteritis, su esposa fue envenenada lentamente por su marido, un secreto que ella trata de utilizar para mejorar su posición en la casa, manteniendo cerca a Stephen.
Sin embargo éste decide que Lily debe irse, pero desafortunadamente para él, este primer intento de echarla le da a Lily aún más control sobre él.
Un gran hándicap hubo de tener el director norteamericano Arthur Lubin, que se maneja mejor en el género de la comedia, para la realización de esta película, y este no es otro que los magistrales film obtenidos sobre temas análogos al que trata ésta, llevados a cabo por el mago del suspense Alfred Hitchcock, tales como Sospecha (1941) o Rebeca (1940), entre otras.
Pero no obstante a pesar de esa dificultad, Arthur Lubin ha logrado una buena cinta que en algunos detalles nos llegan a interesar, aunque algunas deficiencias del guion no le permitan sacar mayores frutos de la estupenda novela de W.W. Jacobs en el que estaba basado el corto The interruption, del que se extrajo esta cinta.
La película, como hemos dicho, tiene algunos momentos muy logrados que son una fiel muestra de la pericia de este director, entre los que podemos citar la persecución llevada a cabo a través de la niebla que es de una gran calidad cinematográfica.
La interpretación es bastante buena, sobresaliendo especialmente el trabajo que lleva a cabo Stewart Granger, que está muy compenetrado con la labor de su personaje, así como la siempre espléndida Jean Simmons.
La música de Benjamin Frankel es muy apropiada al tono de suspense de la trama y la fotografía de Christopher Challis está plenamente lograda con un magnífico technicolor de suaves tonalidades.
Premio David de Donatello de plata a la pareja Stewart Granger y Jean Simmons.
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