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CRITICA
Por: PACO CASADO
Realizada en el año 1963 y con más de un centenar de películas en su haber, John Ford continuaba haciendo dos o tres films al año con una sorprendente juventud en su cine tanto en lo formal como en los contenidos de sus argumentos.
Una joven bostoniana llega a una isla de la Polinesia en busca de su padre, donde se encuentra con una sociedad ideal en ese pintoresco lugar de los Mares del Sur, habitado por personas de varias razas y orígenes que viven juntas en perfecta armonía.
Michael Patrick Donovan es un héroe de la Segunda Guerra Mundial, que trabajó duro para ser el dueño de una compañía naviera que vive allí plácidamente y donde por fin encontrará su verdadero amor en una mujer fuerte como él en el personaje de Amelilia Dedham, la recién llegada cuya presencia desestabilizará la vida de los residentes en ese lugar, entre los que se encuentra ese antiguo marine y entre ambos se establecerá un intenso antagonismo.
Una cinta del veterano director que está entre la comedia y la acción, cargada de elementos que podrían resultar políticamente incorrectos desde la perspectiva actual, como los estereotipos raciales, el machismo o la misoginia.
Una comedia que trata sutilmente cuestiones morales como la intolerancia racial, la avaricia corporativa, la creencia de superioridad de la sociedad norteamericana y la hipocresía.
Pero será un error dar por hecho que Ford no está alertado de estos elementos.
Por el contrario encierra un trasfondo de crítica y complejidad mucho más complejo de lo que puede parecer a simple vista.
Tan sólo un director experto como él podía llevar a cabo una película de tan complicada realización, sin apenas una gran anécdota que la sustente y sin embargo lograr el interés haciéndola de la forma lo más amena posible para el espectador.
Parecería más lógico que a su edad Ford estuviera más preocupado por problemas filosóficos o morales de mayor empaque y sin embargo se siente emocionado por la vida en su habitual discurrir, en su vulgar apariencia, casi sin dramatizar, capaz de emocionar con una simple salida a la playa o con un gesto del protagonista.
Film de extraordinaria vitalidad y madurez, de un artista que ha aprendido a contemplar con ternura al ser humano, que comprende sus errores y aplaude sus virtudes, se extasía ante la belleza de la naturaleza o los seres más sencillos.
Con un reparto meticuloso, que trabaja a gusto y se desenvuelve sin preocupación ante las cámaras, que encaja los golpes con la mentalidad de un deportista, como en la monumental pelea que llevan a cabo John Wayne y Lee Marvin que hace las delicias de todos los espectadores.
Fue el último título en el que trabajaron juntos John Ford y su actor fetiche John Wayne, tras años de colaboración en muchas de sus producciones.
También hay que destacar la excelente fotografía de William H. Clothier que retrata magistralmente la belleza de los pasajes de Kauai, en Hawái.
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