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CRITICA
Por: PACO CASADO
El escritor Graham Greene, autor católico en la línea de George Bernanos, gusta de plantear problemas íntimos en sus obras.
Aquí los personajes se ven impulsados por sus propias pasiones. La acción se sitúa durante la Segunda Guerra Mundial.
En el Londres destruido por la guerra, el escritor norteamericano Maurice Bendrix conoce y se enamora de su vecina Sarah Miles, una mujer casada y comienza un romance ilícito a espaldas de Henry, su marido, por lo que se siente culpable y tiene celos de él por tenerla a ella como esposa.
Sarah, en un principio, se mueve únicamente llevada por el amor y la pasión que siente por Maurice.
Es una mujer casada y ambos se enamoran, pero en un bombardeo él resulta herido y ella promete a Dios volver con su esposo si Maurice no muere.
Esta promesa atará a Sarah hasta su muerte.
Si bien la guerra no dura para siempre, tampoco lo hace el amor en esta historia existencialista.
El guion de Leonore Coffee respeta la esencia del libro de Graham Greene, salvando su excesivo misticismo con una gran sutileza narrativa y poniendo en boca de los protagonistas unos bellos diálogos, como pocas veces se han visto en cine, que el director Edward Dmytryk plasma en imágenes, a pesar de la dificultad que entrañaban, saliendo airoso del empeño de manera bastante brillante, con una fotografía magnífica de Wilkie Cooper en blanco y negro y con una música del maestro Benjamin Frankel a la altura de su fama.
En el plano interpretativo dos figuras destacan por encima de los demás, Deborah Kerr y Van Johnson, fantásticos en sus cometidos, dotando a sus personajes de la sinceridad expresiva que requerían para transmitir el sentimiento, la pasión y el amor que ambos sienten el uno por el otro.
Ganó el premio National Board of Review y Deborah Kerr fue nominada al Bafta.
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