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CRITICA
Por: PACO CASADO
La productora Universal ha acuñado en Hollywood un tipo de receta de cine que empieza ya a resultar anticuada.
Durante los años de la guerra y la post-guerra, floreció una clase de películas de corte superficial, bien de carácter romántico o psicológico, bien de tipo cómico.
Era un cine destinado a hacer olvidar los horrores de la guerra y a levantar el ánimo y la conciencia nacionalista.
Con los años este cine pasó de moda, quedando la fórmula en la casa Universal.
Tributaria de este tipo de films que popularizaron la pareja Rock Hudson y Doris Day, que eran cintas románticas con algunos elementos cómicos pero sin el valor satírico o el reflejo de costumbres que debe tener una buena comedia que se precie.
Con el envejecimiento de la actriz Doris Day, la productora ha buscado partenaires para el sempiterno galán Rock Hudson.
Primero lo hizo entre las actrices norteamericanas y luego lo ha encontrado entre algunas estrellas italianas de garra popular: así han pasado Gina Lollobrígida en Habitación para dos y ahora Claudia Cardinale en 'Misión secreta' (1965).
Arthur Vincenti es un brillante científico que trabaja aislado en unos proyectos militares secretos para el gobierno de los Estados Unidos, que es buscado por agentes de ciertas potencias extranjeras.
Sus jefes temen que pueda volverse loco, de manera que acuerdan con un reputado psiquiatra de Nueva York, el Doctor Bartholomew Snow, que le visite con cierta frecuencia para poder tratarlo.
Sin embargo con objeto de mantener en secreto el lugar donde Arthur está trabajando realizando la misión encomendada, le vendan los ojos al psiquiatra cada vez que han de conducirlo a ese lugar.
Entre tanto Snow se enamora de una bella mujer llamada Vicky.
Cuando un grupo de agentes enemigos secuestran a Arthur, el doctor Snow es el único que puede ayudarle.
Sin embargo no es capaz de seguir la pista de su paciente a menos que lleve los ojos tapados.
La película es una mezcla de espionaje y comedia poco convencional, que es la última de la prolífica filmografía de Philip Dunne, que intenta ser una parodia de la serie de títulos del Agente secreto 007 James Bond, e incluso se incluyen algunos maniquíes con la efigie de este personaje.
Sin embargo la obra no es una parodia: el tema, que tenía posibilidades, degenera en seguida por la falta de ingenio de los guionistas Philip Dunne y W.H. Menger, en la clásica historia romántica y los eternos gags y situaciones cómicas presentándonos al conquistador en modo ridículo, como jugar con la altura de Rock Hudson o en calzoncillos, resulta repetido y de mal gusto.
Philip Dunne dirige con oficio y la interpretación es intrascendente como la mayor parte de esta comedia.
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