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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine norteamericano siempre tuvo en el género western y en su variante de la Guerra de Secesión, uno de los temas favoritos. Tal vez porque se prestaba al espectáculo, a la emoción y la cinematografía del otro lado del Atlántico lo ha sabido hacer siempre bien.
Sin embargo hay que renovarse o morir y en este caso la película que comentamos está hecha a la vieja usanza.
Durante la Guerra Civil norteamericana, cuando los Confederados se batían desesperadamente a la defensiva en su propio territorio, una guerrilla mandada por el Coronel Tom Rossiter, planea apoderarse de una importante partida de ganado que un tratante de Texas acaba de entregar a las tropas del Norte y que constituyen un elemento vital para la alimentación de su propio ejército.
Para eso hacen prisionera al ganadero tejano ╡lvarez Kelly, ahora afincado en México, que suministra ganado a la Unión hasta que los hombres del coronel confederado Tom Rossiter le secuestran y le obligan a Kelly a cambiar de cliente, obligándole a que dirija la operación como conocedor del ganado y el modo de trasladarlo de una parte a otra.
Dentro del tema tan explotado por el cine de Hollywood, de la Guerra de Secesión, constituye una cierta novedad centrar la atención en torno al rebaño de ganado y los encargados de conducirlo.
Se quiso ofrecer un gran espectáculo, pero el argumento elegido no se prestaba demasiado a ello.
Todo quedó un poco sin fuerza, sin mucho interés, como una traca de fuegos artificiales a la que se le humedeció la pólvora. Cayó en manos de un director como Edward Dmytryk que no se le da muy bien este género, aunque logró un buen film con 'El hombre de las pistolas de oro' (1959).
S e le da mejor el cine intimista, como 'Vivir un gran amor' (1955), con un guion basado sobre la novela de Graham Green.
Su cine se quedó algo anticuado.
Aunque incurra en algunos tópicos, está bien desarrollada y se sigue con cierto interés, destacando algunas secuencia como el paso por el puente, batido por el enemigo, en el que se prodiga una estampida voluntaria de las reses para poder lograrlo.
La cinta que comentamos se ve bien, debido al buen hacer de un correcto artesano como Edward Dmytryk.
También se profundiza en el carácter de los personajes.
Bien el trabajo de William Holden, por debajo Richard Widmark capaz de dar más de si cuando tiene posibilidades para ello.
Muy buena la fotografía de Joseph MacDonald.
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