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CRITICA
Por: PACO CASADO
Son muchos los animales que han sido protagonistas a lo largo de la historia del cine, por unos motivos o por otro, unos con fines pacíficos y otros para provocar miedo.
Unos son de monstruoso tamaño y en cambio otro diminutos.
Pero la cuestión del tamaño no implica lo uno o lo otro, puede ser amable un elefante como terrible un pajarillo si cae en las manos de Alfred Hitchcock.
Algo así es lo que sucede cuando una simple araña puede provocar el pánico en toda una pequeña población americana, que vive pacíficamente, aunque hay que aclarar que esta araña tiene una picadura mortal y que la procreación es rápida y deviene en una auténtica plaga.
A esa pacífica y placentera población de la costa californiana llega el Dr. Ross Jennings, un médico con su familia, mujer y dos hijos, huyendo de los ruidos y ajetreos de la gran ciudad.
Pero también llega al mismo tiempo y por otros conductos una mortal araña venenosa que se aloja en su granero y comienza a provocar muerte y a alarmar a la población.
Una especie de araña asesina llega a Estados Unidos desde el corazón de la jungla venezolana en un ataúd y comienza a reproducirse y matar.
El relato es muy simple y apenas tiene secretos, salvo que el susodicho médico tiene aracnofobia, un miedo patológico a estos insectos, lo que no quita que tenga que hacer frente a ese otro mal que se le viene encima, además de tener que luchar contra el otro médico del pueblo y el soslayo de la población que poco menos que lo culpan de haber traído la desgracia al lugar.
Es ésta la primera película que dirige Frank Marshall que parece seguir la huellas de su maestro y mentor Steven Spielberg que es quien produce este film, como en otras ocasiones ocurrió al revés, que fue Marshall quien llevó la producción de algunas de las cintas más conocidas como El imperio del sol, la trilogía de Indiana Jones, entre otras.
La historia arranca de forma emocionante con un prólogo, para después remansar las aguas y poder seguir subiendo en interés hasta el desenlace, acumulando situaciones peligrosas o comprometidas y salpicando a lo largo del relato algún que otro sobresalto y momentos de emoción aunque en otros haya que echar mano de situaciones convencionales o poco creíbles, con tal de conseguir el objetivo propuesto.
Se trata de una producción a caballo entre el thriller, la comedia y la ciencia ficción que funciona muy bien.
El film está bien rodado, con un guion muy comercial y una dirección que tiene más oficio que experiencia, pero que sale bien del empeño propuesto.
Los actores ayudan a ello con su labor, contando también con la buena fotografía de Mikael Salomon, la música de Trevor Jones subraya los momentos más comprometidos e incluso hay que destacar la labor del departamento de efectos especiales y de los especialistas en arañas.
Frank Marshall hace un debut más que digno, como director.
Premio Saturno al mejor film de horror y a Jeff Daniels de la Academia de ciencia ficción.
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