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CRITICA
Por: PACO CASADO
En esta clase de películas de un deporte de alto riesgo como es el del automovilismo de grandes cilindradas y velocidades de 300 kilómetros por hora, hay precedentes cinematográficos llevados a cabo con mayor o menor fortuna, pero casi todos ellos tendientes a lo espectacular de estas pruebas deportivas.
Ahí están de los años 60 y 70 títulos como 500 millas (1969), Grand Prix (1966), Las 24 horas de Le Mans (1971) o la que reflejó mejor los problemas de los corredores profesionales como era Peligro... línea 7000 (1965), de Howard Hawks.
Ahora nos llega el nórdico director Renny Harlin y Sylvester Stallone, como él aficionado a la Fórmula 1, y a quien ya dirigió en Máximo riesgo (1993) y se unen para producir el guion de este último.
El joven y prometedor piloto de Fórmula 1 Jimmy Bly empieza a perder posiciones en la clasificación debido a la presión que le somete su hermano y ambicioso mánager.
Así pues el dueño de la escudería, Carl Henry, llama a Joe Tanto, una vieja estrella de los circuitos, retirada tras un accidente, para que ayude a Jimmy, uno de sus jóvenes promesas que se siente demasiado presionado con la idea de tener que conseguir el triunfo, para volver a la cabeza de la clasificación.
Pero para Joe, regresar a las carreras resulta enfrentarse a un tenebroso pasado que casi acabó con su vida.
La conclusión está en hacer ver que el éxito no está en llegar el primero, sino en la deportividad, en los valores de la amistad, el compañerismo o la capacidad de sacrificio para propiciar la victoria a otro.
En ese sentido el protagonista no duda en abandonar una carrera para salvar a un piloto accidentado, como hace poco después su máximo rival.
'Driven' (2001) surge de la admiración de Sylvester Stallone por el piloto Ayton Senna, aunque en principio nada parece indicar que se trate de una biografía de este gran deportista.
A la emoción de las competiciones hay que añadir el conflicto humano de los amores y desamores de los pilotos, lo que tampoco es desdeñable, ya que da otro tipo de emoción distinta al de las espectaculares escenas de los accidentes nunca vistos en un cine.
El director enfocó el guion de Stallone hacia una audiencia más bien adolescente y supeditó la línea argumental a un montaje trepidante, con imágenes sacadas de competiciones reales con efectos especiales añadidos.
Estando Renny Harlin, uno de los grandes especialistas en cintas de acción detrás de la cámara, la emoción está garantizada, como en su contra hay que anotar un montaje demasiado en corto y rápido, así como la estridencia de la música mezclada con el ensordecedor ruido de los motores.
Los actores cumplen con su cometido en este film de resultados discretos, pero no despreciables, sobre todo para los amantes de este deporte a los que les asegura un vistoso entretenimiento.
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