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CRITICA
Por: PACO CASADO
El día antes de su ceremonia de casamiento, Laura y Daniel llegan a la casona de campo de León, el padre de ella, para ultimar los preparativos de la celebración de la boda.
Allí le espera el padre, supuestamente viudo, que le ayuda en la organización de la celebración y la fiesta posterior a la ceremonia de la boda, disponiendo las mesas para la mejor relación entre los invitados, mientras ella se prueba el vestido de novia.
Hay algún momento de tensión en la pareja porque Daniel no desea que el padre de ella pague todos los gastos de la boda.
Quizás por los nervios, la incertidumbre ante lo que viene o por una crisis incipiente, Laura parece que está algo inquieta y decide dar un paseo sola a través de la llanura que rodea a la casa, tal vez para calmar los nervios.
En medio de la noche, y casi sin pretenderlo o simplemente por curiosidad, decide cruzar a la casa vecina, donde un grupo de jóvenes viven su propia fiesta, entre música, bailes y alcohol.
Maxi la invita a tomar una copa y a unirse al festejo, y baila con Gabo, uno de los chicos, con el que termina besándose y posteriormente se marchan solos al bosque cercano donde hacen el amor, pero alguien más acude al encuentro y esta vez con otras intenciones sexualmente más violentas.
Lo que sucede allí transforma la realidad de la joven Laura que cuando vuelve a la casa, tanto el padre como el novio, notan que algo le ha sucedido y acuden a la casa de al lado armados, dispuestos a pedir explicaciones de forma violenta.
La película argumentalmente parte de una premisa que no resulta muy lógica y en realidad un tanto incomprensible que una mujer en vísperas de su casamiento al día siguiente se entregue a ese tipo de comportamiento, como igualmente la actitud de los dos hombres a raíz de los supuestos hechos que han ocurrido.
Una vez más concurren en esta segunda parte el suspense por una lado y el terror provocado por la violencia por el otro en esa situación que se termina produciendo en los metros finales del film.
La fiesta, en la que todos escuchan la música a través de auriculares, de ahí el título, por lo que todo resulta un ambiente silencioso, es como una especie de metáfora en la que muchas veces las personas hacen oídos sordos o no quieren enterarse de lo que sucede en su entorno.
Los directores tiene el acierto de medir bien el tiempo para realizar esta historia que no tiene más argumento que esa simple terrible anécdota, por lo que no abusan de escenas que alarguen el metraje de forma innecesaria, lo que hace sea más asequible al espectador.
La dirección se la reparten Diego Fried, que hace con éste su tercer largometraje, y Federico Finkielstain, con la experiencia de quince años como asistente de dirección para el que también es su tercer trabajo tras la cámara.
La cinta termina siendo un thriller psicológico en torno a una acción y su consiguiente venganza en la que la mujer es objeto del deseo de la masculinidad del hombre y a la que no se le respetan sus derechos, lo que origina que a raíz de ver esta película se susciten algunas preguntas en torno a la actitud de los diversos protagonistas.
Destaca el protagonismo de Jazmín Stuart que ya estuvo anteriormente en Huelva con Recreo (2018) en ese caso como codirectora con Hernán Guerchuny que consiguió el Colón de oro para la actriz Pilar Gamboa.
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