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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras pasar por el festival D'A de Barcelona, llega a las carteleras Algunas bestias, (2020) de Jorge Riquelme Serrano.
Hay películas que cuentan una historia, otras en cambio narran una situación, como en este caso la que se plantea en 'Algunas bestias' (2020) cuando Alejandro y Ana, un matrimonio con dos hijos adolescentes, Máximo y Consuelo, llevan a los padres de ella, Antonio y Dolores, a una casa que poseen en una remota isla situada en el Sur de Chile para pasar unos días juntos.
La intención secreta del matrimonio es pedirles que le hagan un préstamo de dinero de unos millones para un negocio que tienen en ciernes y así ellos formarían parte también y podrían participar igualmente de los beneficios.
En principio la madre se niega a ello, no quiere vender las tierras que ha heredado de su familia, mientras que Antonio se mantiene al margen ya que el dinero no es suyo.
Tanto Alejandro como Ana, en distintos momentos le suplican a Dolores que acceda a ello, pero sigue negándose en rotundo.
Y lo que en principio prometía ser un fin de semana tranquilo, poco a poco se va endureciendo en las relaciones entre los adultos.
La narración transcurre de manera tranquila, los días pasan y no ocurre nada aparente.
Hay un empleado, Nicolás, que hace la comida y ayuda en la conservación de la casa, al que Dolores en cierto momento se le insinúa sexualmente, aunque él se resiste y al día siguiente desaparece.
A lo largo de la narración surgen algunas tensiones entre el matrimonio y también de Dolores con la nieta cuando ve que se pinta los labios, y Alejandro termina por tacharlos de cínicos, momento que aprovecha Antonio para una relación con la nieta.
Se trata del segundo largometraje que realiza el director chileno Jorge Riquelme Serrano, considerado como uno de los más prometedores de la generación actual, sobre el guion escrito en colaboración con Nicolás Diodovich, para lo que ha contado con un reducido reparto compuesto por seis personas y una colaboración puntual, para lo que imaginamos no habrá sido necesario un gran presupuesto, ya que todo se desarrolla en la casa y en algunos de los bellos exteriores de la perdida isla chilena, de la que por cierto se extrae un buen rendimiento de los espléndidos paisajes, así como también están muy cuidados los encuadres a la hora de poner esta historia en imagen, utilizando a veces el plano fijo de larga duración en ciertas situaciones.
Destaca entre los actores el buen hacer de la pareja de veteranos que forman tanto Paulina García, la inolvidable Gloria (2013) como el muy acreditado Alfredo Castro, posiblemente los mejores del cine chileno actual, y en un tono menor el resto del reparto en sus respectivos cometidos.
Tal vez el problema de este film es que realmente la cuestión que plantea la pareja joven en su petición de dinero, nos interesa poco, es sólo una excusa, como igualmente hay momentos en que los personajes se divierten pero el espectador se queda fuera, no participa de ese juego, como ocurre de forma fehaciente en el extraño juego de cartas.
Una correcta puesta en escena a la que le falta una base más interesante para atrapar la atención del espectador que sube un poco el tono con la erótica escena de los metros finales.
Premio Nuevos realizadores en el Festival de San Sebastián. Mejor director y premio especial del jurado en el Festival de La Habana.
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