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CRITICA
Por: PACO CASADO
La revista Espía, que se edita en Filadelfia y que está especializada en historias del corazón, ha decidido publicar un reportaje sobre la próxima boda que está a punto de celebrar la señorita Tracy Lord, miembro de la más refinada alta sociedad, que va a contraer su segundo matrimonio con el muy rico y respetable George Kittredge.
Cuando Dexter Haven, el exmarido de Tracy Lord, una mujer rica, del que se ha divorciado hace dos años, y un reportero de tipo sensacionalista aparecen en la lujosa mansión justo antes de su planeado matrimonio, ella comienza a reconocer la verdad sobre sí misma.
Eso ocurre el día antes de la ceremonia, que llega a la mansión de los Lord el exmarido de Tracy, Dexter Heaven, un hombre de mundo dispuesto a todo para recuperar a la que fuera su esposa.
El periodista Mike Connor, escritor de cuentos y reportero de la revista Espía, invitado para cubrir el acontecimiento, también se queda prendado de Tracy que, junto con la fotógrafo Ingrid, han sido encargados de llevar a cabo esa tarea, una difícil labor, ya que la señorita Lord tiene fama de ser inaccesible, indómita y vanidosa.
Para allanarles el camino el director de la publicación ha escogido a su corresponsal en Sudamérica, Dexter Heaven, que fue precisamente el primer marido de Tracy.
El notable guion de Donald Ogden Stewart y Waldo Salt parte de una obra teatral de Philip Barry que se convirtió en una de las más brillantes y memorables comedias del cine del Hollywood clásico.
El director George Cukor, famoso por su dirección de actrices, aprovecha el texto original para plantear una brillante guerra dialectal entre los protagonistas del film, los dos hombres y la dama a la que intentan convencer de que no se case con el hombre equivocado.
En ella volvía a encontrarse el mismo equipo de Vivir para gozar (1938): su director George Cukor, el guionista Donald Odgen Stewart y los intérpretes, Katharine Hepburn y Cary Grant.
El resultado superaría incluso las mejores expectativas y por ello esta película está considerada como una de las mejores comedias de ese período dorado del cine de Hollywood.
Y el guion, más tarde incluido en las listas negras, alcanza toques de verdadera genialidad por su mordaz ironía y la brillantez de los diálogos.
George Cukor fue el encargado de dirigir este film con su impecable estilo, demostrando que no sólo podía sacar el mejor partido de sus actrices y actores, sino que aprovechó el leve tartamudeo habitual de James Stewart para incorporarlo al repertorio humorístico de su personaje, un reportero de una revista del corazón dispuesto como sea a cumplir con su trabajo, por cuya actuación fue premiado con un Oscar, yendo a parar otro a Donald Odgen Stewart por el mejor guion, que ya hemos ensalzado con anterioridad.
Ello, unido a las nominaciones a la mejor cinta, director, actriz principal (Katharine Hepburn) y actriz secundaria (Ruth Haussey), confirmaron la valía de esta divertida comedia norteamericana tan apreciada dentro de los títulos de las de su género, con una magnífica banda sonora compuesta por Franz Waxman.
Premio National Film Preservation Board. Premio de los críticos de Nueva York para Katharine Hepburn. Premio OFTA Film Hall of Fame.
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