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CRITICA
Por: PACO CASADO
Akira Kurosawa, tras algo más de dos años ausente de las pantallas, logró llevar a cabo un tema que tenía proyectado realizar cuando aún no se había convertido en director de cine.
El mejor cineasta japonés de todos los tiempos, logra con esta película un nuevo triunfo como ya lo fueron otros títulos suyos: Rashomon (1950), Vivir (1952), Los siete samuráis (1954) ...
El guion, firmado por el propio Kurosawa con Yuri Nagibin, está basado en los libros del explorador Vladimir Arseniev Por el territorio del Ussuri y Dersu Uzala, donde se reflejan sus memorias escritas en 1923, sobre este hombre de etnia heshen que le acompañó durante varias expediciones por la región siberiana de Sijoté-Alin en Rusia.
El film, curiosamente, tiene de fondo la guerra ruso japonesa, y ha sido producido por estos dos países, tal vez como un símbolo más de la hermosa amistad y solidaridad humana que muestran sus imágenes.
Cuenta la historia del capitán explorador del ejército ruso Vladimir Arsenev y el cazador chino Dersu Uzala, en una expedición en la que tienen que realizar para hacer una prospecciones geológicas en los bosques de la taiga siberiana y atravesar la inmensidad y la dureza del desierto nevado de Siberia, durante la cual se hacen unos grandes amigos.
Años después, cuando regresa con una nueva expedición, esta vez más grande, renuevan su nunca perdida amistad, que constituye una hermosa historia.
En una de sus exploraciones, cuando el grupo se hallaba perdido, en la inmensidad del territorio y haciendo frente a la dureza del clima, éste le guía a través de los bosques, como gran conocedor de los mismos, de sus animales y de los árboles al tiempo que sabe también cómo luchar contra los elementos climáticos y afrontar las inclemencias del tiempo.
Dersu enseñará a Vladimir a respetar la naturaleza y a convivir en plena armonía con ella, una lección que difícilmente olvidará durante el resto del tiempo que le quede de vida.
Hombre tosco pero sencillo, que ha vivido toda su vida en contacto con la naturaleza, es incapaz de vivir en comunidad, cuando casi ha perdido la vista y el capitán se lo lleva a su casa, pero él prefiere volver al bosque y terminar allí el resto de sus días.
La cinta está contada con una mirada retrospectiva, a través de un extraordinario clima poético y de exaltación de los valores humanos y de solidaridad que surgen entre los dos hombres.
La anécdota es simple, pero rica en contenido y en la forma en que la dota Akira Kurosawa, con un lenguaje sencillo que el espectador apenas si detecta el paso de las imágenes, a pesar de su extenso metraje, con un montaje sutil del propio Kurosawa, con encuadres perfectos y sacando gran partido, tanto del paisaje y de los elementos que en él intervienen, como de los personajes humanos que se cruzan a través de la ancha pantalla, sobre todo en un extraordinario trabajo de Maxsim Munzuk en el papel de Dersu Uzala.
Una maravillosa película cargada de premios todos ellos bien merecidos por su gran calidad.
Oscar a la mejor película extranjera. Gran premio y el Fipresci en el Festival de cine de Moscú. David de Donatello al mejor film del año y premio David especial. Medalla del CEC a la mejor cinta extranjera. Premio del Sindicado de críticos franceses. Nastro d'argento al mejor director.
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