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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una de las cuestiones que menos abundan en el cine actual es encontrar nuevos argumentos que contar que sean originales o al menos distintos a todo lo visto hasta ahora a lo largo de la historia del cine.
En este sentido hay que elogiar que lo que se nos narra en esta coproducción sea una fantasía diferente con toques de ciencia ficción y se salga algo de lo corriente y habitual.
Matt es un reconocido pintor y Kate es una traductora que trabaja para una editorial, ambos conforman un matrimonio que llega a Bélgica desde Nueva York, donde han comprado una gran mansión de segunda mano en un lugar aislado en el campo.
Al ser una casa vieja se dedican a tirar muebles que no sirven y redecorar las paredes, cuando un día descubren una habitación oculta que está cerrada con una extraña llave en forma de cruz.
En un momento de descanso en el que Matt está dentro de la habitación bebiendo de una botella, que se le está acabando, expresa el deseo de necesitar otra y al instante aparece una nueva totalmente llena.
La habitación tiene el poder de hacer realidad lo que se desea, pero a un precio que resulta demasiado alto, ya que es una fábula sobre la ambición.
Cuando se lo cuenta a Kate le dice que pida algo y ella quiere tener dinero y en efecto también lo consigue y en grandes cantidades y así cuanto se les ocurre, incluido un bebé, ya que Kate ha tenido dos abortos anteriores y cree que no se podrá quedar embarazada más.
Un día cuando va Matt a un taller a reparar el coche al echar mano al bolsillo para pagar, el dinero se ha convertido en arena y así ocurre con todo lo que han deseado cuando ello sale de la casa, lo que puede tener consecuencias imprevistas.
Como hemos apuntado es una historia que tiene un comienzo original, que durante bastantes minutos resulta entretenida y divertida, hasta que llega a la mitad, aproximadamente, y comienza a ponerse algo más dramática con la llegada del bebé que a Matt no le acaba de gustar, hasta alcanzar los metros finales en los que el relato se hace algo farragoso con cosas que no estaban previstas y que no debemos apuntar para no caer en spoiler, lo que hace que termine por no ser una historia redonda que, al menos personalmente, nos deja algo insatisfechos.
Bien el trabajo de la pareja protagonista, compuesta por Olga Kurylenko y Kevin Janssens, que prácticamente están todo el tiempo en imagen ya que durante muchos minutos son los únicos protagonistas, con algunas breves intervenciones de otros personajes que entran esporádicamente en el relato, que aportan algo de suspense a la historia al haber algún crimen por medio.
El pintor y director francés Christian Volckman tiene la experiencia de haber realizado una media docena de cortos y tras ellos debutó en el largometraje curiosamente con Renacimiento (2006), una película de animación hecha por captura de movimiento, siendo éste el segundo título de ficción de su corta filmografía, que realiza trece años después, que también tiene elementos de fantasía y de ciencia ficción como aquel.
Está bien realizado, máxime teniendo en cuenta que prácticamente es el trabajo de su debut y la primera vez con actores, pero como hemos apuntado anteriormente, al final se hace un lío, ya que no está expuesto en imágenes de forma clara.
Tiene momentos de suspense y algunos giros de guion, al tiempo que reflexiona sobre el materialismo que impera en la sociedad.
Se puede sacar de ello la moraleja de que por mucho desear tenerlo todo al final no se tiene nada.
Premio en el Festival Fantástico de Bucheon. Premio del público en el Festival Fantástico de Strasbourg.
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