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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras pasar por los festivales de ciudades tan distintas como Miami, Odesa, Palm Springs, Estocolmo, Venecia, Toronto o Valladolid, llega a las carteleras españolas esta coproducción entre Túnez y Francia, nacionalidad la primera de la que no es frecuente que podamos ver algunas de sus producciones aunque en este caso cuente con el apoyo del país galo.
Después de estudiar durante diez años en Francia, la joven tunecina Selma Derwich, soltera, formada en París, vuelve a su país para ejercer su profesión de psicoanalista, lo que no es tan fácil, y abre su propia consulta psiquiátrica en un popular barrio de Túnez, justo después de que tenga lugar la revolución social y política de la Primavera árabe.
En principio sus tíos piensan que es una locura y le dan dos semanas para que si no triunfa se vuelva a París.
Para ello instala la consulta en un cuarto en la azotea de la casa, lugar en el que en otra habitación vive un Imán, con aspecto físico de Woody Allen, que no parece estar muy cuerdo que digamos, que tiene dificultades para con sus hermanos de religión.
Tras asistir a un salón de peluquería y masaje Selma reparte tarjetas y la consulta se le llena de pacientes, pero comienza a tener dificultades cuando Naim, un policía que sólo trata de cumplir con su deber, le pregunta si tiene licencia para ejercer, cosa que pide de inmediato a la administración pero la indolencia del funcionario de turno no acaba de dársela.
Selma asiste a sus pacientes que les cuentan sus problemas ocasionales de muy diferente índole tanto personales, sociales como culturales o religiosos.
Pero cuando ha de suspender su consultorio todos los pacientes tratan de apoyarla y no quieren dejar de ser tratados por ella en lugar de acudir a otro.
La visita a la consulta da lugar a muy distintos caracteres y formas de actuar entre los cuales se dan algunas situaciones cómicas que hacen más llevadera la trama de esta película, no exenta de una cierta crítica al país desde una perspectiva femenina.
Es la ópera prima de Manele Labidi, una joven directora que debuta en el largometraje con esta comedia amable con la que trata de romper con algunos tópicos.
Labidi estudió otras carreras antes de dedicarse al cine, asignatura que aprendió de manera autodidacta.
Con esta cinta trata de hacer una declaración de amor a la tierra de sus padres.
La comedia le permite tratar temas serios de una manera divertida al tiempo que da más libertad para tocar cuestiones sociales y políticas de forma satírica.
Ha tenido la suerte de poder contar como protagonista con la guapa Goldhifteh Farahani, la popular actriz iraní, con una larga experiencia en más de una treintena de títulos que carga con todo el peso interpretativo de esta entretenida producción.
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