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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine británico ha tenido siempre en la célebre escritora Agatha Christie un buen filón al basarse en sus novelas como argumentos interesantes para ser llevados a la pantalla.
Ello cuenta además con la ventaja de que la más famosa autora de novelas policíacas es de sobra conocida del gran público, lo que ya de por sí es siempre un buen gancho para la película tanto en lo artístico como en lo comercial de cara a la taquilla.
Su ingenio es una garantía de auténtica distracción a la hora de resolver sus misteriosos jeroglíficos criminales, ya sea a través de las páginas de los libros, como igualmente resulta al ser trasplantados al cine.
Una prueba palpable de ello pueden ser los dos films anteriores a éste como más recientes, Asesinato en el Orient Express (1974) y Muerte en el Nilo (1978).
Ambos, al igual que éste que comentamos, poseían además un gran reparto de actores famosos, lo que por otra parte redobla su posible interés de cara al espectador.
En esta ocasión la acción sucede en 1953 y se desarrolla en el pequeño pueblo inglés de St. Mary Mead, donde vive la señorita Marple, en el que un equipo de cine norteamericano está rodando una cinta de época protagonizada por las famosas actrices Marina Rudd y Lola Brewster.
Ambas se odian, cosa que es bien conocida, y al suceder la muerte de una de las actrices con un cóctel que iba dirigido a Marina, ésta se convierte en el objetivo del policía que ha sido encargado de investigar el caso.
Durante el mismo se sucede una serie de asesinatos entre ellos el de una vecina del pueblo que ha sido envenenada y una estrella de cine que visita el rodaje que también se convierte en víctima, lo que da pie a que Miss Jane Marple, tía del inspector de Scotland Yard que investiga el asunto, para meter sus narices y con su sagacidad que le es habitual y su hábil intuición femenina, llega a resolver el misterio del espejo roto.
Guy Hamilton es lo que diríamos un buen artesano del cine británico, capaz de hacer una película espectacular de la serie del famoso agente secreto como James Bond contra Goldfinger (1964), o un interesante film cuando posee un buen guion como ocurre en esta ocasión, que trasplanta fielmente la obra literaria original, al tiempo que la retrata con buen gusto, notablemente ambientada y con un acertado manejo de la gran nómina de actores que constituyen el amplio reparto.
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