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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una de las cosas que más nos han sorprendido siempre en el cine norteamericano, es cómo sabe entretener a un público sin tener prácticamente nada que decirle y sin aburrirle en ningún momento.
Es lo que se dice todo un espectáculo para pasarlo bien.
Pero a base de elevar como sea la originalidad y la novedad de los guiones, a veces se corre el peligro de estrellarse, si usamos el símil de la altura.
Nos ha ocurrido esto en esta misma semana dos veces.
La primera fue con Pánico en el estadio (1976) y la segunda con 'El asalto de los hombres pájaros' (1976).
En esta, como en aquella, el argumento se resume en dos palabras o en una simple frase publicitaria.
Un comando terrorista efectúa el secuestro en Grecia de Ellen, la esposa y los hijos de Bracken un rico industrial.
Tras los fallidos intentos de la policía, McCabe, el exmarido de la mujer, planifica el rescate y para ello utiliza un ala delta para poder acceder por sorpresa a la cima de la montaña donde se encuentran.
Para liberar a los rehenes los secuestradores piden un alto rescate en armas.
El problema está en lograr salvar con vida a los secuestrados y de paso atrapar o eliminar a los secuestradores.
La única arma posible, ante el inexpugnable escondite donde los tienen retenidos es la audacia.
Y así, durante hora y media, el espectador puede seguir las incidencias de esos hombres pájaros encargados de llevar a cabo tan arriesgada y peligrosa misión.
Aquí el número fuerte se supedita a la intervención de esos arriesgados señores que repiten el número habitual en las producciones de aventuras, pero en esta ocasión volando en esos aparatos que están tan de moda, los skis voladores.
Lógicamente con eso sólo no se puede hacer una cinta a menos que se trate de un documental y por ello el guion sigue una serie de peripecias llenas de emoción dentro del género aventurero, donde las escenas de acción son las más destacables, con buenas tomas aéreas.
La película es toda ella una pura diversión y al mismo tiempo un recreo para la vista, con el lucimiento de los tres directores de fotografía que se han encargado en este caso de captar las bellas imágenes de los vuelos y paisajes que esta vez se filmaron en Todd-Ao 70 mm. con lo que tienen más luminosidad y nitidez, aunque la versión que se nos ha ofrecido haya sido un vertido a Panavisión.
El film tiene emoción, una ágil puesta en escena de Douglas Hickox, el mismo director de La celada (1972), que ha dispuesto de un elenco de actores que interpretan bien sus papeles y una acertada y brillante música, como siempre es habitual en Lalo Schifrin.
En definitiva se trata de una cinta que no nos dice nada nuevo, pero que nos hace pasar un rato agradable y divertido, un sencillo espectáculo que no nos complica la vida.
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