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CRITICA
Por: PACO CASADO
Nos da la impresión de la que la cinematografía francesa tiene facilidad para encontrar argumentos nuevos o al menos distintos, que les da un tono diferentes a las comedias que suelen hacer, aunque éstas no sean siempre cómicas, como ocurre con ésta que comentamos que de ello tiene poco o nada, porque entre otras cosas no lo pretende.
Esta vez se trata sobre el oficio de crear perfumes.
Anne Walberg es una creadora de fragancias que tiene un cierto prestigio en esa profesión, que vende su talento a muchas empresas, ya que es toda una estrella en ese mundo, en el que sabe cómo crear olores.
Un día fue contratada por una compañía norteamericana, pero sufrió un episodio de anosmia, perdió el olfato y aunque lo solventó un par de veces con su propia experiencia, pero a la tercera falló y la despidieron.
Desde entonces dejó de crear perfumes y se dedica a otros menesteres relacionados con el tema como quitarle el olor a cuero a un bolso de lujo o disimular el mal olor de los gases que emite una fábrica.
Es una diva en decadencia, egoísta, rica, que no necesita a nadie, a la que ni los chóferes aguantan su carácter, pero en este caso dos personajes tan diferente aprenden a aguantarse y a resolver sus problemas personales.
La empresa le manda esta vez a Guillaume Favre, un hombre que está separado, en proceso de divorcio, con una hija, Léa, a punto de cumplir los diez años, al que la jueza no le da la custodia compartida por vivir en un pequeño apartamento de 25 metros cuadrados, únicamente le otorga disfrutar de ella algunos fines de semanas y busca un piso un poco mayor.
Guillaume, el nuevo chófer de Anne, no tiene miedo a plantarle cara y tal vez por ello no lo despide, aprende en qué consiste su trabajo específico de crear colonias y poco a poco va suavizando su mal carácter y comienza a tratarlo como a un igual.
Se trata del choque entre dos mundos muy distintos que crea una relación disparatada y divertida, a la vez que totalmente inesperada.
La relación de Guillaume con su Léa discurre en una línea paralela al argumento que distrae en la continuidad de la relación laboral, que nunca sentimental, entre Anne y Guillaume.
Se trata de una película sin pretensiones que debe tener escaso presupuesto realizada con dos actores principales Emmanuelle Devos y Grégory Montel como cabeceras de cartel y tres o cuatro personajes más como la esposa de Guillaume, su jefe Arsène, Léa la hija, Jeanne, la representante de Anne o el doctor Patrick Ballester que hace Sergi López en un par de breves apariciones.
Grégory Magne aborda el tema del olfato puesto al servicio de la creación de nuevos olores o perfumes y de la relación del día a día de dos personas tan diferentes en este su segundo largometraje en solitario que dirige con cierta elegancia que mete al espectador en el mundo de los aromas y los olores una facultad que pocas personas tienen en el mundo.
Utilizando el lenguaje del tema que trata este modesto film diríamos que su logro no pasa de una ligera colonia de baño.
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