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CRITICA
Por: PACO CASADO
Dafne es una mujer de unos 30 años, licenciada en Bellas Artes, que acaba de romper con Adrian, su pareja, con el que llevaba una relación que duraba ya cuatro años, debido a su problema de adicción a la bebida y también se despidió de su trabajo.
Ahora se encuentra sola, viviendo en casa de su hermana Billie con su sobrina y piensa en tomarse un año sabático para dejar de beber alcohol.
Pronto comienza a conocer a otros hombres, en la fiesta de cumpleaños que da su hermana; por un lado Frank, es un espíritu libre e impredecible, que constantemente le está mandando mensajes al móvil, por otro está Jack, un intelectual, escritor, un chico serio, profesor, inteligente y sensible, que acaba de publicar un libro.
Ambos son amigos y tienen un gran atractivo para ella, aunque sus comportamientos sean muy distintos, y por otra parte, no quieren interferirse el uno al otro en estas relaciones, pero de vez en cuando Dafne acude indistintamente a la llamada de cada uno de ellos con los que tiene encuentros sexuales, poniendo en peligro unas relaciones de amor y amistad.
Dafne se gana la vida de alguna manera comprando objetos que tras decorarlos trata de venderlos y mientras tanto su amiga Ingrid le ofrece hacer un par de días a la semana ayudándole en su negocio y le aconseja que se tome un tiempo viviendo sola.
La relación con cada uno de ellos, le obligará, finalmente a tener que decidir ante la circunstancia que se le viene encima, aunque finalmente la historia lo deja en el aire.
El argumento está bastante alargado a base de los diversos encuentros, pero también hay algunas escenas que podían haber sido fácilmente suprimibles, que no sirven más que de puro relleno de una historia que no daba para mucho, en la que únicamente se plantea ese momento crítico de una persona como es el caso de Daphne que tiene que tomar un camino diferente y que solamente a ella le toca decidir cual elegir.
El guion confeccionado por el director junto con la escritora y novelista Jardine Libaire adolece de unos diálogos intrascendentes y de una falta de mejor definición de los personajes, por ejemplo la hermana, las amigas o la madre que ha tenido a sus dos hijas con dos hombres diferentes dándoles mal ejemplo como modelo a seguir y a la que Dafne culpa de ello.
Por otro lado están las constantes idas y venidas sin mucho sentido que resultan reiterativas, así como las escenas de sexo que tampoco aportan mucho y no están planificada de forma que sean atractivas.
Shailene Woodley tiene una alegría suficiente en su rostro como para caer simpática al espectador cargando con el mayor peso de esta producción, cuyo personaje desea cambiar de vida, y con un trabajo irregular los actores Jamie Dorman y Sebastian Stan, con un físico algo semejante que cuesta diferenciarlos.
Por su parte el director, un habitual del cine independiente, Darke Doremus, suele tratar en sus producciones temas complejos de las relaciones humanas con un tono muy realista y algo improvisado que le perjudica, como ocurre en este su noveno largometraje.
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