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CRITICA
Por: PACO CASADO
El suboficial Cruchot, gendarme de Saint-Tropez, es uno de los personajes más célebre del momento en las pantallas francesas.
Sus películas, desde la primera, están dando bastante dinero en las taquillas del país galo.
El público se divierte mucho con este caricaturesco personaje interpretado por Louis de Funès.
Sin embargo en España sus films no están constituyendo el mismo éxito que en su país de origen.
La gracia está pensada para los franceses y a estos les gusta De Funès.
Tal vez esta película no tenga el éxito que las anteriores, ya que no era posiblemente Louis de Funès quien llevó a las gentes al cine, sino otra serie de factores que condicionaban a aquella con el personaje en Saint-Tropez, como pudieran ser los bikinis, las chicas guapas, y algunas cosas más.
Ahora nos encontramoscon que Louis de Funès ha sido catapultado a la fama y la serie tal vez se pueda desinflar, ya que en esta ocasión el cómico se queda solo frente al público con un film autorizado para todos los públicos y teniendo que gesticular más que nunca para hacer reír en ocasiones o arrancar la sonrisa de vez en cuando.
La cinta cuenta una simple historia que a duras penas da pie para lo que se pretende que no es otra cosa que entretener al personal, y hasta se alarga con una parodia del célebre ballet de la película West Side Story (1961) que idearon Robert Wise y Jerome Robbins, al comienzo de la misma.
Es una más de esta serie, quizás no de las peores en la que el protagonista debe desplazarse a la ciudad de los rascacielos en representación de la gendarmería francesa para participar en compañía de varios compañeros agentes, en un congreso internacional de gendarmes, donde tendrá que adaptarse a sus aspectos sociales y culturales.
Allí le sucede toda una serie de peripecias que dan pie a acumular gags y a dar oportunidad a que el cómico de origen español con su gesticulante y cómica interpretación haga reír al respetable que únicamente busca un rato de evasión y esparcimiento, puesto que otra cosa no se ha pretendido en esta ocasión.
Tiene algunos gags bastante ingenuos junto a otros más conseguidos que completan el propósito de los autores, que cuentan esta vez con una alegre banda sonora compuesta por dos notable músicos francese como Raynond Lefebvre y Paul Mauriat, así como algunas vistas de la hermosa ciudad norteamericana de los rascacielos a cargo de Edmond Sechan.
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