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CRITICA
Por: PACO CASADO
El Oeste ha sido siempre para el cine norteamericano una fuente constante de inspiración y piedra de toque para definir por completo sus constantes artísticas, y el cine para el Oeste el medio ideal para expresar la historia de un país que comienza.
Si en casi todas las mitologías, sobre todo por el paso del tiempo, apreciamos una deshumanización profunda, una abstracción llevada a sus mayores consecuencias, en el western, poco a poco, se está consiguiendo, cada vez más, ir acentuando el matiz humano de los héroes.
Con la idea de poner claramente de manifiesto la verdadera vida del hombre del Oeste, Frank Harris escribió esta obra autobiográfica titulada Recuerdos de un cowboy, que ha servido de base para el guion de esta película que está basada en hechos reales vividos por este autor, el joven recepcionista de un gran hotel de Chicago, que aspira a ser Cowboy que, al enterarse de que la muchacha de la que está enamorado se va con su padre a México, decide seguirla, para lo cual, aprovechándose de que el popular ganadero Tom Reece ha perdido toda su fortuna jugando al póquer en medio de una borrachera, le ofrece su dinero y que le haga su socio.
Empieza para él una vida de extraordinaria dureza con los conductores de ganado, en la que si bien al principio se resiste a admitir ciertas costumbres suyas que considera inhumanas, acaba por endurecerse hasta el punto de hacerse más cruel y despiadado que los propios hombres que le han llevado a aquel trance.
Al final, el intento del ganadero de salvarle la vida cuando estaba amenazada, le hace reaccionar y que triunfe la amistad entre los dos hombres.
La existencia de los cowboys expuesta casi de forma documental va desfilando ante nuestros ojos en la exposición más auténtica y realista de su trabajo diario, cuya vida se asienta sobre cuatro pilares: el caballo, como elemento de trabajo y compañero imprescindible; el amigo, en quien depositar la confianza seguro de no fallar; la mujer, receptáculo del amor; y la justicia.
El guion, perfectamente construido, lleva la narración de manera fácil prendiendo la atención del espectador.
'Cowboy' (1958) supone otro de los grandes pasos de la historia del western que, sin una realización justa y clara, sería olvidado pronto, pero para que eso no ocurra hace falta una dirección que recurre a todos los medios de expresión de que dispone el cine en estos momentos, con magníficos encuadres, movimientos de cámara, una fotografía admirable como distingue el cine de Delmer Daves, que ha sabido aquí prescindir del carácter épico de la música a que nos tiene acostumbrado este género, utilizada sólo para subrayar los elementos dramáticos más sugerentes.
Los intérpretes están perfectos con una actuación seria de Jack Lemmon y sobre todo de Glenn Ford en uno de sus mejores trabajos en el western, comparable a Gary Cooper, John Wayne o Henry Fonda y los demás bien encajados en sus papeles.
'Cowboy' (1958) es uno de los mejores films del género western que acierta en abrir nuevos caminos a un género que aún está vivo.
Nominado al Oscar al mejor montaje.
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