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CRITICA
Por: PACO CASADO
Este documental rodado durante varios años, se centra en el pueblo flotante apoyado sobre palafitos de Congo Mirador que en su momento era un lugar de pescadores y que actualmente apenas si quedan unos trescientos habitantes atormentados por la corrupción y la contaminación.
Está construido a base de miserables cabañas edificadas con maderas y chapas metálicas sobre las aguas del lago Maracaibo, en sus orillas, que es como la otra cara de Venezuela, cuyo mayor problema es la sedimentación provocada por las prospecciones petrolíferas que han matado la pesca, además de la miseria y el cambio climático.
Hay unas imágenes con una casa sobre lanchas que va a la deriva que es como la metáfora del mal gobierno del propio país.
Los habitantes de esta comunidad venezolana luchan contra la contaminación, las plagas de ratas y mosquitos, la corrupción y el descuido de las autoridades para mantener sus hogares y las costumbres de su habitual forma de vida.
Cuando en 1998 el socialista Hugo Chávez ganó las elecciones inició la Revolución bolivariana y le cambió el nombre a Venezuela por el de República Bolivariana de Venezuela imponiendo su idea antiimperialista.
En 2010 tenía la mayor reserva de petróleo del mundo.
La muerte de Chávez en 2013 hizo que Nicolás Maduro subiera al poder dándole continuidad a la revolución bolivariana pero hubo conflicto con las elecciones, aumento de la corrupción, del trafico de droga, de la criminalidad y la supresión de los derechos humanos, con el consiguiente rechazo internacional.
La película se centra fundamentalmente en dos personajes, Natalie Sánchez, la maestra, que lucha por mantener abierta la escuela, pero tiene miedo de perder su puesto de trabajo por ir en contra del régimen actual, y la señora Tamara de ideología a favor de la política de Maduro, de posición más acomodada, que puede permitirse comprar votos y hacer favores por ello.
En el film se reflejan algunos de los problemas de esta especie de poblado flotante, junto con unas fiestas como la de la elección de mises infantiles, la celebración de San Benito y por otro lado la campaña preelectoral y la noche de las elecciones del 6 de diciembre de 2015.
Todo ello está apuntado a grandes rasgos sin una continuidad argumental, con un guion bastante disperso y a lo largo de los últimos casi dos años en los que finalmente muchos de sus habitantes abandonaron el lugar tras los incumplimientos de las promesas hechas por el gobernador.
A lo largo de la narración se deslizan varias canciones interpretadas por gentes del pueblo referentes a temas de actualidad que no gozan de un buen sonido como la cinta en general, algo muy propio de cinematografías pobres como ésta.
La directora venezolana Anabel Rodríguez Ríos hace su primer documental cuyo mayor valor está en la buena voluntad por difundir y denunciar esta situación, pero ni técnica, ni cinematográficamente, con un guion caótico y si una línea de narración clara, no nos acaba de convencer.
Premio del público en el Cine Latino Minneapolis Saint Paul. Mejor documental y premio Amy Courvoisier en el Festival de cine venezolano. Mejor documental en el Festival Hot Springs. Premio a la mejor película en el Festival Watch Docs. Seleccionada al Oscar por Venezuela.
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