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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una vez más el cine policiaco a la italiana nos vuelve a jugar sucio, ya que en este género por esta cinematografía producido, aunque como en esta ocasión esté llevado a cabo en colaboración con el vecino país francés, está siempre bañado de truculencia.
Es frecuente que se nos escamoteen los más elementales principios y reglas del juego como para que el espectador que entra en el mismo se vea desamparado al no tener los más mínimos elementos en que apoyarse para poder descubrir al asesino.
Y si en alguna ocasión se le dan, es a base de engañarle haciéndole seguir pistas falsas que le desvían la atención para que sus pesquisas no lleguen a feliz término.
Una nueva técnica se nos introduce en este film como novedad para mostrarnos el sadismo del asesino que, empleando la acupuntura como medio de inmovilizar a sus víctimas, éstas puedan ser testigos presenciales de su propia muerte, produciéndole así a esta mente enferma un mayor placer.
Al final todo se nos justificará en los planos últimos en unos cuantos minutos y en forma verbal, lo cual no deja de parecernos muy poco cinematográfico.
Paolo Cavara no diferencia mucho su técnica de la empleada en la dirección por otros colegas que suelen llevar a cabo productos similares, por lo que su trabajo deja bastante que desear por lo expuesto anteriormente.
Cuenta con una música de Ennio Morricone muy sugerente para algunas situaciones, correcta fotografía en color y papeles llevados sin mucha convicción por los actores.
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