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CRITICA
Por: PACO CASADO
Jack es un hombre que habitualmente juega al black jack en Internet, algo a lo que está realmente enganchado, que vive en la ciudad de Nueva York.
Aparte del juego su otra obsesión es Scarlet, una chica que suele trabajar en una webcam erótica de pago, de un portal para personas adultas, que dice que vive en San Francisco, en la que se gasta bastante dinero con sus chats, ya que esa mujer lo tiene dominado.
Él le cuenta que ha creado un chip que se implanta en el cerebro que permite oír y ver los pensamientos de los demás.
Su lema es vivir a lo grande y dejar morir.
Un hombre, que trabaja pintando su apartamento, ya que el propietario quiere que se vaya, para alquilarlo de nuevo, le propone que juegue para conseguir los 2.000 dólares que le ayuden a pagar la matrícula de su hijo.
Su obsesión alcanza al punto máximo cuando la fantasía de materializarla se convierte en una realidad, cuando un amigo le dice que la ha visto a ella por una calle de Chinatown, aunque Scarlet lo sigue negando y afirmando que vive en San Francisco.
El debutante realizador Ben Hozie escribe y dirige este drama erótico independiente del que algunos dicen que evoca al cine de Paul Verhoeven y los hermanos Sadfie, otros apuntan a Adrian Lyne y también a Steven Soderberg con su película Sexo, mentiras y cintas de video (1989), que fue la de su debut en la dirección de un largometraje.
Este film está autoproducido por el director, rodado en los sucios rincones nocturnos de la ciudad de Nueva York, al que personalmente no le vemos esas conexiones que otros críticos apuntan.
Por otra parte el mayor tiempo transcurre en interiores y delante de una pantalla de ordenador chateando.
'PVT Chat' (2020) expone sin pudor ni tapujos cómo la tecnología moderna ha cambiado para siempre las relaciones sexuales de la generación actual, hasta el punto que el protagonista prefiere el sexo por internet que realizado físicamente.
La historia se hace aburrida por repetitiva y claustrofóbica, sin apenas nada que contar más que las conversaciones del protagonista con Scartet, que realmente no tienen mucho interés ya que todo resulta bastante superficial, sin profundidad en la problemática de estas trabajadoras del sexo de una manera diferente gracias a las nuevas tecnologías.
Es el retrato de una obsesión, pero al final ha salido borroso.
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