|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Hacía mucho tiempo, casi veinte años, que el cine norteamericano no nos ofrecía un musical que nos recordara a los clásicos y tradicionales de siempre que tanto nos hicieron disfrutar, así que bienvenido este 'En un barrio de Nueva York' (2021) dirigido por Jon M. Chu.
Es la adaptación del primer musical de Broadway creado por Lin-Manuel Miranda 'In the Heights' escrito en 2005 y puesto en escena en 2007, en el que Usnavi el simpático propietario de una tienda de Nueva York, que ahorra cada centavo cada día para comprar lo que fue el bar de su padre, mientras imagina y canta una vida mejor, piensa si cerrar su negocio y retirarse a la República Dominicana tras heredar la fortuna de la abuela, y reconstruirlo.
La acción comienza con Usnavi contándole a cuatro niños su historia de cómo soñaba con abrir de nuevo El sueñito, el bar de playa que tenía su padre en la República Dominicana que se lo llevó un huracán y de cómo vivía con la abuela Claudia, una anciana cubana que no es su abuela real, sino la mujer que lo adoptó ya que no tuvo hijos y a la que quería como si lo fuera.
Junto con la historia de Usnavi, que suspira por Vanessa, la chica que trabaja en la peluquería vecina, se cruzan otras varias de las personas que viven en el barrio pobre de Washington Heights, situado en el extremo norte de Manhattan.
La mayoría de ellas inmigrantes son sudamericanas, como Vanessa que sueña con ser diseñadora de moda; Kevin Rosario que vende parte de su negocio tras la vuelta de su hija Nina de la universidad, amiga de la infancia de Usnavi, para que pueda seguir estudiando; el primo Sonny, con un padre borracho, que trabaja en su tienda pero debe seguir estudiando; el Piragüero (interpretado por Lin-Manuel Miranda) que vende humildemente sus bebidas haciéndole la competencia a la furgoneta que vende comida y en la que en definitiva todos buscan el llamado sueño americano.
Un día la abuela compra un boleto de lotería que es premiado pero que nunca se cobró.
Los números musicales en los que abundan toda clase de ritmos latinos se suceden sin continuidad, contagiando la alegría, muchos de ellos muy largos, con más de una veintena de canciones y más de un centenar de bailarines, se ponen en marcha sobre hechos cotidianos sin que se tenga que detener la acción bien coreografiados.
En este sentido nos recuerda en algunos momentos a Los paraguas de Cherburgo (1964), de Jacques Demy, mientras que en otros a los films de Busby Berkeley o Esther Williams por los dibujos que se forman captados en tomas aéreas e incluso el número de Benny y Nina homenaje al baile de Fred Astaire bailando por la pared.
Hay otros muy emotivos como el titulado Alabanza en honor de la abuela Claudia, cuya norma era Paciencia y fe, otros en los que abunda el número de bailarines, manejando bien en las masas en los que se usan más de un centenar de ellos que resultan realmente espectaculares, con más de una veintena de canciones a lo largo de las casi dos horas y media, en las que tras terminar los créditos últimos aún hay otra más.
Finalmente se cierra la historia con un punto de vista de la cámara distinto del principio en el que la realidad es otra y El sueñito se cumple, pero de manera diferente.
El director Jon M. Chu tenía alguna experiencia en temas musicales de sus película Street Dance (2008) o Step Up (2010), pero nunca se había enfrentado a uno tan espectacular como éste del que sale airoso y en cuanto a los actores apenas son conocidos pero actúan muy acertadamente
Estamos seguros que los amantes de los musicales americanos volverán a disfrutar con esta nueva muestra de ellos, otra cuestión es que el público actual esté preparado para aceptarlo, ya que la juventud actual está por otras cosas.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
FEATURETTE'S
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE