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CRITICA
Por: PACO CASADO
Se basa en una novela escrita por la actriz Beryl Bainbridge que está ambientada justo en los años posteriores al terminar la Segunda Guerra Mundial, en la que cuenta algunas de sus propias experiencias y tiene como protagonista a una ingenua adolescente de 16 años, que ha dejado su casa y su familia.
Ella fue abandonada por su madre al poco de nacer y recogida por unos tíos.
Stella, que así se llama la chica, pide trabajo en una destartalada compañía de teatro en Liverpool, como ayudante de dirección, porque está enamorada secretamente de su extraño director, un tipo impresentable, un excéntrico ególatra de ambigua sexualidad, que disfruta seduciendo y humillando a cuantos le rodean.
Durante una producción invernal, la compañía monta una nueva versión de Peter Pan, de JM Barrie, que se convierte rápidamente en una oscura metáfora de la juventud, que se ve envuelta en una red de intrigas y políticas sexuales, pero quien se enamora de Stella es el primer actor que va a hacer el personaje del capitán Hook.
Todo ello sucede en una ciudad de Liverpool semiderruida por la guerra, aunque la mayor parte de la acción se desarrolla entre las cuatro paredes del teatro donde la compañía ensaya las obras que se van a poner en escena.
El guion de esta película se debe a Charles Wood, guionista famoso por ser el autor del de Help (Socorro) (1965), que interpretaban los Beatles, al que le ha salido un trabajo con bastantes reminiscencias literarias, y una trama algo retorcida, donde describe muy bien la mayoría de las situaciones, pero que poco o casi nada interesan al espectador, que sale de la sala con una gran sensación de vacío después de ver este film.
En este sentido más interés tiene la recreación y ambientación o la fotografía de tonos ocres que dan la sensación de la tristeza y la pobreza de la época para ambientar este drama de una adolescente que despierta a la vida y que conoce los misterios de la misma de la forma más sórdida.
Se tiende en todo momento a ofrecernos la parte más negativa de esos años.
Gracias a un buen puñado de actores y a lo bien definido que están los personajes, la cinta entretiene a ratos.
Nada tiene que ver esta vez la coincidencia de director y actor (Mike Newell y Hugh Grant) de la comedia Cuatro bodas y un funeral (1993), con este melodrama que se sitúa en el lado opuesto y que resulta menos divertido que la película citada.
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